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miércoles, 27 de julio de 2016

JMJ para todos


María Arratíbel
A mí las JMJ (Jornada Mundial de la Juventud) me han pillado mayor, y nunca he acudido a una de ellas, de modo que sólo las puedo imaginar por lo que me cuentan sus testigos, y por lo que leo y veo en medios informativos católicos y redes sociales.

Algunas cosas hasta me sorprenden: a juzgar por los vídeos que se han compartido estos días en Facebook, se diría que, con motivo de las JMJ, hay una especie de festival internacional de la canción moderno-piadosa. También este estilo de pop cristiano, con coreografías incluidas, me pilla mayor, y me da por preguntarme si alguien ha supuesto que la juventud de hoy en día ya no tiene capacidad de asomarse a la Belleza y la trascendencia con el silencio, o con música católica, por ejemplo, de Tomás Luis de Victoria o Palestrina. Por cierto que se trata de música que está más viva en festivales paganos que en la propia liturgia para la que fue concebida…pero esta cuestión es otro cantar que tiene su sitio en otro blog de este portal.
A pesar de la incomprensión que tengo del marco musical de las JMJ, debo reconocer que también oigo y leo mucho de bueno. Muchos jóvenes las viven con entusiasmo, como una oportunidad de vivir abiertamente y sin complejos la fe que Dios les ha regalado. Conversiones, vocaciones al sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio, una fe más valiente…son muchos los frutos que producen este tipo de encuentros. Podríamos afirmar que para no pocos jóvenes católicos podría ser un bien acudir a una JMJ…pero no todos pueden hacerlo.
En la mañana del 22 de julio salieron de Pamplona (España) los tres autobuses del viaje que ha organizado la Diócesis de Pamplona-Tudela para acudir a la Jornada Mundial de la Juventud. En uno de esos autobuses viaja mi hermana pequeña con unas amigas, todas dispuestas a meterse en el cuerpo unos cuantos cientos de kilómetros, a dormir donde haga falta, a comer lo que sea…por ir a la JMJ. Sufrirán pequeñas o grandes incomodidades (todavía recuerda mi hermanica el barro de la JMJ de Madrid), volverán contentas y agotadas… pero no han tenido grandes dificultades para hacer el viaje. La oferta de la Diócesis, el plazo de inscripción…¡y al autobús!
Para algunos de estos jóvenes la experiencia de vivir su fe con otros miles de cristianos como ellos será nueva y esperanzadora… ¡no están solos! Sin embargo, ¿cuántos miles de jóvenes han querido pero no han podido unirse a sus hermanos en la fe en Cracovia? Les hablo de los jóvenes católicos que sufren discriminación y/o persecución a causa de su fe en tantos países del mundo, que día a día viven su fe inmersos en comunidades que son minoría en el marco de sociedades mayoritariamente hostiles o que pertenecen a esa Iglesia necesitada que no puede organizar peregrinaciones para sus jóvenes.
Más de 3.500 jóvenes, gracias al apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada – ACN España podrán unir su oración a la de sus hermanos en la fe en Cracovia.
Para muchos esta JMJ será un vuelco en sus vidas. Otros sentirán la caricia de la misericordia de Dios y el abrazo de la Iglesia universal que les demostrará que no están solos en su lucha por la causa de Cristo. Y para todos este encuentro con el Papa será la esperanza con la que necesitan volver a casa.”
Muchos otros, como decíamos, no pueden acudir. Y, sin embargo, también hay una JMJ para ellos: la de la oración.
Carlitos es cubano, y nos dice: “No somos ricos, pero nos arreglamos”, “ninguno de nosotros tiene dinero pasaporte o visado” para ir a Cracovia, de modo que  han organizado en La Habana un evento similar. “No podemos estar en Cracovia pero nos uniremos a vosotros con nuestras oraciones.”
Martín vive refugiado en su propio país, Irak, después de haber sido obligado por el ISIS a abandonar su pueblo. A pesar de que podía haber abandonado Irak para vivir en Estados Unidos, decidió quedarse con su pueblo, y se ordenará sacerdote este año. Tampoco viaja a Cracovia porque ha decidido quedarse con su gente.
“Conectados a través de la oración” estarán el keniata Alex y sus amigos. Les gustaría estar en la JMJ, “pero no podemos porque somos pobres”. Con su trabajo de mecánico, Alex sostiene a su familia, dando gracias a Dios porque, a pesar de sus duras condiciones de vida, él vive algo mejor que muchos amigos suyos, quienes sólo comen una vez al día.
Anette tiene 22 años y vive en un pueblecito de difícil acceso en Papúa-Nueva Guinea, al que llegaron misioneros por primera vez hace sólo 16 años. Antes de eso “no conocíamos a Jesús”. Su sacerdote les habló de la JMJ, pero no pueden acudir: “Estaré unida a vosotros en mis oraciones”.
Para Michal no debería ser tan difícil ir a Cracovia, porque es polaco. Vive en la casa de La Comunidad del Arca, con gente con discapacidad mental: “Para ellos sólo eres bueno o malo”. A pesar de la cercanía geográfica no puede ir a la JMJ. “Debo quedarme con mis amigos, porque me necesitan”, “pero estaremos unidos en la oración”.
Magda es una cristiana israelí, que vive en Nazaret. Está dedicando su tiempo libre a ayudar a “refugiados que huyen de la guerra y de la violencia de Oriente Medio”. Su deber es “ayudar a aquellos que claman pidiendo esperanza”, por eso no acudirá a la JMJ. “Me uniré a ti con mis oraciones”
Unidos a los jóvenes católicos de todo el mundo, oremos:
"Dios, Padre misericordioso, que has revelado tu amor en tu Hijo Jesucristo, y lo has derramado sobre nosotros en el Espíritu Santo consolador, te encomendamos hoy el destino del mundo y de todo hombre”.
Te encomendamos en modo particular  los jóvenes de toda lengua, pueblo y nación.  Guíales y protégeles en los complejos caminos de hoy y dales la gracia de poder cosechar abundantes frutos  de la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.
Padre celestial, haznos testigos de tu misericordia. Enséñanos a llevar la fe a los que dudan,  la esperanza a los desanimados, el amor a los indiferentes, el perdón a quien ha obrado el mal y la alegría a los infelices. 
Haz que la chispa del amor misericordioso, que has encendido dentro de nosotros  se convierta en un fuego que transforma los corazones  y renueva la faz de la tierra.
María, Madre de Misericordia, ruega por nosotros.

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