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domingo, 30 de noviembre de 2025

carta No. 317: Un poder que sirva a los pobres

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 317 –30 de noviembre de 2025
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   Un poder que sirva a los pobres

"¡No a una economía de la exclusión! ¡Esa economía mata!".

"La opción preferencial por los pobres [...] nos da el impulso a pensar y a diseñar una economía donde las personas, y sobre todo los más pobres, estén en el centro". "No a la inequidad que genera violencia". Papa Francisco.

“Un poder que sirva a los pobres” es un modelo de Estado que se configura junto a los más vulnerables, necesitados y marginados, abrazando la pobreza como un estilo de gobierno. Es una forma de ejercer el poder que contrasta directamente con aquel que utiliza y manipula a los pobres, enfatizando en cambio la solidaridad, la austeridad y el compromiso directo con los desposeídos.

Se compromete con los más vulnerables y los hace su prioridad. No solo planifica y ejecuta proyectos u obras que les permitan salir de la pobreza, sino que se vincula directamente con su realidad y su cultura, recorriendo territorio para conocer sus múltiples necesidades y buscar, juntos, soluciones.

El poder de la pobreza no es un poder acumulado o absoluto, sino la renuncia a él, lo que permite servir mejor a los más necesitados y mantenerse cercano a la gente. Rompe con los privilegios, las canonjías y las prebendas. En ese modelo, las autoridades se convierten en facilitadoras, no en intermediarias que se aprovechan de la confianza ciudadana.

Es también una opción de vida que implica austeridad tanto para los miembros del Gobierno como para el Estado. Se alinea con la misión de servir y trabajar por el bien común, para que impere la justicia social, la equidad y la inclusión. Sirve a los pobres con generosidad y mesura, sin aprovecharse del cargo, sin despilfarrar fondos, sin prestarse a la corrupción ni buscar impunidad.

Este poder sigue el modelo del Buen Samaritano: un gobierno que se inclina a ayudar, cooperar, curar y atender a quienes están sufriendo, a los más necesitados, sin pasar de largo ni hacerse el desentendido.

Este poder en servicio a los pobres contrasta directamente con el “poder que usa a los pobres” para conseguir beneficios personales o de grupo, instrumentalizándolos para obtener y mantener el poder. Ese poder no une ni fortalece, sino que disgrega, polariza y desintegra a la sociedad, mientras los problemas no resueltos se agravan con el tiempo.

El poder pobre se sustenta en una ética social centrada en la justicia, la inclusión y la equidad, buscando transformar estructuras injustas y promover el bien común. Se basa en la dignidad humana y en la fraternidad, extendiéndose también a la protección de la casa común y a la denuncia de las desigualdades e injusticias sociales, tanto económicas como tecnológicas. Su enfoque moral integra el diálogo y la acción para crear una sociedad más justa, siempre priorizando el cuidado del más vulnerable.

Los principios clave de esta ética social, según el papa Francisco, surgen de la misericordia y la caridad como expresiones del amor de Dios que orientan las acciones hacia la vida en común y la integración de los más frágiles; de la justicia social, que exige enfrentar las estructuras que generan pobreza y desigualdad; de la opción preferencial por los pobres, que invita a una Iglesia pobre con y para los pobres; de la dignidad humana y la fraternidad como fuentes de comunión; del cuidado de la creación mediante una ecología integral que protege al ser humano y a la naturaleza reconociendo su interconexión; y del uso de la tecnología al servicio de todos, procurando que no profundice la brecha entre ricos y pobres.

La ética social del papa Francisco no es abstracta: nace de la realidad afectiva y efectiva de los desafíos concretos del mundo, priorizando siempre a las personas sobre la economía, promoviendo la solidaridad y la justicia social.

En este Adviento —tiempo de espera— que hoy comienza, preguntémonos: ¿Qué poder quisiéramos tener? #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

sábado, 22 de noviembre de 2025

carta No. 316: Después de la consulta: a caminar juntos

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 316 –23 de noviembre de 2025
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    Después de la consulta: a caminar juntos

En una sociedad pluralista, el diálogo es el camino más adecuado para reconocer aquello que debe ser siempre afirmado y respetado, y que está más allá del consenso circunstancial. Hablamos de un diálogo que necesita ser enriquecido e iluminado por razones, argumentos racionales, variedad de perspectivas y aportes de diversos saberes y puntos de vista, sin excluir la convicción de que es posible llegar a algunas verdades elementales que deben —y deberán— ser siempre sostenidas.  Papa Francisco, Fratelli tutti, 211.

El 16 de noviembre de 2025 el Ecuador se expresó en el referéndum y consulta popular convocados por el Gobierno Nacional. El resultado fue claro y, hasta cierto punto, contundente. Las cuatro preguntas gubernamentales, sobre la presencia de bases extranjeras en el país, la supresión del financiamiento a los partidos y movimientos políticos, la reducción del número de asambleístas y, sobre todo, la creación de una nueva Asamblea Constituyente, fueron todas rechazadas por la voluntad popular.

Como suele ocurrir en estos casos, la victoria tiene numerosos padrinos que se atribuyen el éxito alcanzado, mientras que los derrotados se refugian en excusas y disculpas. El resultado es, en realidad, un evento coyuntural; lo importante es pensar en lo que viene ahora y qué rumbo debe tomar el país. ¿Es posible realizar, por parte del Estado, algunos cambios profundos, no solo cosméticos o de reciclaje en los ministerios? ¿Podremos superar la polarización y la división social que tantos daños han causado? ¿Podremos sentarnos como país en una sola mesa a dialogar sobre los problemas nacionales?

Para responder a estas cuestiones, las enseñanzas de la encíclica Fratelli Tutti, del papa Francisco, nos ofrecen algunas pistas. En ella el Papa reflexiona profundamente en torno a la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37) para llevarnos al amor al prójimo. Nos pide ampliar nuestra comprensión del prójimo para incluir también a cualquier persona “fuera” de nuestro grupo, perspectiva o identidad. Debemos “acercarnos” a todos y practicar un amor “universal” que traspasa todos los prejuicios y todas las barreras históricas y culturales (FT 80-83).

El Papa señala que el amor social debe expresarse en acciones concretas de solidaridad que enfrenten los problemas más urgentes del país. Advierte que no basta con contener la pobreza, y que la verdadera preocupación política debe centrarse en combatir la exclusión social y económica. Recuerda que el hambre es criminal y la alimentación un derecho inalienable, mientras seguimos permitiendo que hermanos y hermanas mueran de hambre, sed o falta de atención básica.

Asimismo, señala que “el auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. Desde su identidad, el otro tiene algo para aportar…” (FT 203). Si queremos impulsar auténticos cambios para los principales problemas del Ecuador, debemos promover “la caridad social, que nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no solo individualmente, sino también en la dimensión social que las une” (FT 182).

El reto ahora es construir, establecer posibilidades de diálogo y de acuerdos. Los sectores sociales, los movimientos y partidos políticos tienen que buscar y establecer puntos de convergencia por encima de las disputas y conflictos coyunturales basados en personalismos e intereses particulares. También debe superarse cualquier tipo de populismo manipulador. Ese es el mandato dado por el pueblo con este resultado.

La caridad política se expresa también en la apertura a todos. Quienes gobiernan están llamados a renuncias que hagan posible el encuentro y a buscar acuerdos mínimos en algunos temas. En un verdadero espíritu de diálogo se alimenta la capacidad de comprender el sentido de lo que el otro dice y hace, aunque uno no pueda asumirlo como una convicción propia (FT 190 y 198). #ComuniquemosEsperanza

domingo, 16 de noviembre de 2025

carta No. 315: La amistad social: fraterna y responsable

 

Con los ojos fijos en Él

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Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 315 –16 noviembre de 2025
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   La amistad social: fraterna y responsable

El amor al otro por ser quien es nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos”. Papa Francisco.

“El amor al otro por ser quien es nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Solo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos.” (Papa Francisco)

La amistad social, la fraternidad y la responsabilidad son conceptos interrelacionados que promueven el bien común a través de la cooperación, el respeto y la participación activa.

La amistad social representa un nuevo estilo de vida basado en la participación cívica y en una cultura del encuentro y de la construcción colectiva. Busca superar el individualismo, compartiendo valores y un patrimonio común, con una visión de colaboración, respeto y compromiso.

La fraternidad es el ideal de la solidaridad mutua, la cooperación y la acción compartida, reconociendo que todos somos parte de una misma comunidad. Va más allá de la asistencia; se centra en el amor en acción y en la búsqueda de justicia tanto local como global.

La responsabilidad surge de la fraternidad: es la obligación mutua de unirnos a otros para crear procesos sociales que beneficien a todos, practicando la caridad política. Implica trabajar juntos por el bien común, el desarrollo integral y el bienestar colectivo.

Responsabilidad significa hacernos prójimos, superar prejuicios e intereses personales para atender las necesidades de los demás; implica servicio comunitario, compromiso activo con el bienestar común, unión en lugar de división, extinción del odio y apertura al diálogo; significa también la construcción de un mundo más justo desde las relaciones cotidianas, la vida social y las instituciones.

La amistad social, la fraternidad y la responsabilidad invocan una transformación profunda: reconocer en cada ser humano a un hermano y cuidar activamente unos de otros, de nuestro entorno y de la casa común. En Ecuador, estos valores están gravemente deteriorados. La sociedad se halla polarizada, incluso con familias divididas y amistades rotas. Ya casi no hay rivales políticos, sino enemigos. Los “samaritanos” parecen extinguirse, mientras el individualismo se multiplica. Hemos ido olvidando al prójimo y al bien común.

A pesar de la pobreza, el desempleo, la falta de medicinas en los hospitales, la precariedad de los servicios básicos en el campo, la desnutrición infantil, la migración acelerada y la violencia incontrolable, seguimos divididos por una “guerra” política que agrava la crisis y amenaza con volverse irreparable. Cada sector cree tener la razón absoluta, y el diálogo está completamente roto. Las oposiciones son beligerantes, sin espacio para el encuentro.

La fraternidad, la amistad social y la responsabilidad son los caminos posibles para reconstruir el país: un Ecuador más justo, solidario, inclusivo, equitativo y pacífico. Este compromiso es de todos —personas e instituciones— para que, en la Casa Común, vivamos como una gran familia. Es urgente dejar atrás las confrontaciones, los desencuentros y los intereses particulares, para restaurar nuestro país y superar la crisis económica, social, política y ambiental que se profundiza día a día.

Recuperar la paz es una tarea conjunta e impostergable. Ninguna solución será posible mientras el país permanezca dividido y polarizado. El diálogo es inminente: solo en el otro encontramos plenitud, posibilidades de encuentro, caminos de reconciliación y respuestas a los complejos problemas que enfrentamos. El fortalecimiento institucional es también inaplazable: debemos recuperar la confianza en la justicia, garantizar servicios de salud dignos y educación de calidad, desterrar la corrupción y la impunidad, vencer la indiferencia y promover la inclusión social. Inmensa tarea, pero posible.  #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

domingo, 9 de noviembre de 2025

carta No. 314: La unidad es superior al conflicto

 

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Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 314 –9 noviembre de 2025
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La unidad es superior al conflicto

“El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”  Fratelli Tutti 155.

La Constitución es la ley más importante de un país, porque norma los derechos fundamentales, define los principios que rigen a la sociedad y determina la naturaleza y funciones del Estado. Si anhelamos un Estado democrático y participativo, respetuoso de la pluralidad de opiniones y culturas, y en armonía con la naturaleza, la igualdad, los derechos civiles y sociales, y los derechos de la naturaleza deben constar en la Constitución. Su eliminación significaría un retroceso histórico.

La Constitución vigente ha sido considerada un ejemplo mundial por su reconocimiento a los derechos humanos y de la naturaleza, así como por sus normas orientadas a conducir al Estado hacia políticas sociales que promueven la educación, la salud y la satisfacción de las necesidades humanas básicas. No obstante, ha sido criticada por concentrar demasiado poder en el Ejecutivo y por crear instituciones que no han cumplido su función; estos errores deben corregirse mediante los mecanismos constitucionales existentes, sin necesidad de reemplazarla. Mientras la mayoría de democracias del mundo ha tenido una sola Constitución, en Ecuador hemos tenido veinte, sin que ninguna haya perdurado ni que las siguientes hayan superado las carencias de las anteriores. Nuestras constituciones han sido frágiles, coyunturales y, con frecuencia, hechas a la medida del poder de turno.

Entonces, ¿por qué el Presidente busca una nueva Constitución en lugar de mejorar la actual? Argumenta, sin fundamento, que la Carta vigente no le permite combatir el narcotráfico y los GDO, y que por ello necesita otro marco constitucional. Desde su posesión, hace dos años, Noboa ha enfrentado una violencia sin precedentes vinculada al narcotráfico. En enero de 2024 declaró el “estado de guerra interna” para combatir la delincuencia organizada. Este año ha decretado repetidos estados de excepción y promulgado varias leyes de emergencia. La Corte Constitucional declaró inconstitucionales algunas de ellas y revocó parcialmente otras, argumentando, entre otros motivos, restricciones injustificadas a derechos humanos. Previamente, organizaciones de derechos humanos habían solicitado su intervención. La Marcha de Cuenca por el Agua y la Vida, y el Paro Nacional convocado por la CONAIE, también cuestionaron el proyecto presidencial.

Ante este conflicto social y jurídico, el Presidente decidió convocar a una consulta popular el 16 de noviembre, para que el país apruebe o rechace la elaboración de una nueva Constitución, de la cual ha dicho muy poco. Se sabe que tendría 180 artículos, que el IESS dejaría de prestar servicios de salud para convertirse únicamente en una caja de pensiones y que, según la Ministra de Trabajo, se eliminarían el décimo tercer y décimo cuarto sueldo. Al parecer, también busca suprimir ciertas garantías de derechos humanos que, según él, han obstaculizado su gestión frente al conflicto interno.

La gran pregunta es si el país se encamina hacia un modelo autoritario que desconozca los derechos civiles y sociales. Está en juego la defensa de la democracia, la separación de poderes y los derechos individuales, colectivos y de la naturaleza, frente al riesgo de concentrar el poder y debilitar las libertades fundamentales.

La superación de la pobreza, la inequidad y la creciente violencia en Ecuador no se logrará creando condiciones que desconozcan los derechos humanos y de la naturaleza. Por el contrario, como lo ha señalado el papa Francisco, solo mediante el diálogo y el respeto mutuo podemos promover la justicia, único camino hacia una paz duradera.

“La esperanza es audaz, sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna. (…) Un principio indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto.” (Fratelli Tutti, 55)  #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

domingo, 2 de noviembre de 2025

carta No. 313: Moralidad (Moeurs)

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 313 –2  noviembre de 2025
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Moralidad (Moeurs)

“Sabemos bien que la búsqueda de poder a cualquier precio lleva al abuso y a la injusticia. De ahí que la política sea un vehículo fundamental para edificar la ciudadanía y la actividad del hombre, si bien cuando quienes los que se dedican a ella no la viven como un servicio a la comunidad humana, puede convertirse en un instrumento de opresión, marginación e incluso de destrucción” Papa Francisco, diciembre 2018

La democracia necesita más que meros procedimientos formales, como las elecciones o las instituciones. Se fundamenta en lo que en francés se llama moeurs, es decir, la moral y las virtudes de los ciudadanos: el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto. No hay lazo social más fuerte que el respeto. Sin moeurs, la democracia se vacía de contenido y se reduce a mero aparato. Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío cuando faltan estas virtudes. Entonces, la política se convierte en lucha por el poder, los parlamentos en escenarios de autopromoción, y el neoliberalismo en una maquinaria que ha producido una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se agranda cada vez más, y el miedo a caer socialmente afecta incluso a la clase media. “Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente hacia los brazos de autócratas y populistas” (Byung-Chul Han).

A lo largo de la historia, reyes y gobernantes han actuado sin apego a la moral para perseguir sus intereses. Maquiavelo estableció el famoso principio: “el fin justifica los medios”. Hoy ese axioma parece invertido: los medios justifican los fines y se han convertido en el objetivo último de la acción política, para alcanzar el poder a cualquier precio y sin consideración moral alguna.

Las estrategias básicas de este estilo político son dos: primero, se crea uno o varios enemigos, a quienes se denigra como “terroristas” o “desechables”; al enemigo no basta con vencerlo, hay que eliminarlo. Segundo, se ofrecen dádivas clientelares, bonos o soluciones mágicas basadas en promesas cautivadoras, pero pasajeras e irrealizables. Son las dos caras de un mismo fenómeno: un populismo autoritario.

Se utiliza un sistema de propaganda que aparenta libertad, apoyado en medios y plataformas digitales que a menudo crean un mundo ficticio. Aunque pueden fomentar empatía y conexión, con frecuencia se transforman en instrumentos de odio y manipulación, volviéndonos esclavos de nuestras propias pasiones en lugar de más humanos y respetuosos. El papa Francisco ha reconocido las enormes posibilidades de la inteligencia artificial, pero también ha advertido sobre los graves riesgos que puede entrañar para la humanidad.

La moralidad y las buenas costumbres se basan en la ética y en las virtudes de los ciudadanos: el civismo, el respeto a las leyes, la confianza, la responsabilidad, el respeto mutuo y la convivencia pacífica. Esto es mucho más que cumplir con el ritual de depositar un voto en las urnas cada cierto tiempo. La auténtica democracia implica una participación ciudadana activa, con formación permanente para ejercer un control social efectivo sobre los mandatarios, tanto a nivel local como nacional.

En Ecuador acudiremos nuevamente a las urnas el 16 de noviembre, para un nuevo referéndum y consulta popular. Allí debemos aplicar nuestras virtudes cívicas y superar la apatía y la anomia que derivan en la degradación de las normas sociales y en la falta de reflexión crítica. Nuestra voz es condición para una democracia fuerte y para frenar los afanes autoritarios del poder. No podemos quedarnos en las ofertas vacías de cambio constitucional que enarbola el poder para asegurar sus propios intereses. “Sed mansos como palomas y astutos como serpientes” (Mt 10,16).

Consolidar nuestra conciencia cívica como ciudadanos es un desafío, sobre todo en tiempos electorales. Aún mejor si lo hacemos en grupo o en comunidad, promoviendo estos valores en las familias y en los espacios educativos. La moral social y política es compromiso de todos; implica servicio, corresponsabilidad con el bien común, la justicia y la paz.  #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.