Si aquí no hay trabajo, la migración
no se detiene, por más muros que construyan
Frontera México-EE.UU Y El Muro En Nogales
FELIPE ARIZMENDI ESQUIVEL
Los primeros
días de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos han sido
turbulentos. Lo que pensábamos que podrían ser sólo discursos y
promesas durante su campaña electoral, se está haciendo cruda
realidad. Pareciera que nadie lo puede detener en sus ímpetus y
desplantes por “salvar” la economía y la seguridad de su país.
Nos considera a los latinos del sur y a los musulmanes como una
amenaza y como enemigos a desechar.
Y lo peor de todo es que muchos
de sus compatriotas aplauden y celebran sus decisiones. Como que en
sus decretos encuentran un desahogo al racismo que varios llevan en
su corazón. Quizá esto explique que un buen número de votantes, no
la mayoría, le hayan dado el triunfo. Desde luego que son más los
norteamericanos que no son racistas, sino fraternos y solidarios,
respetuosos de los derechos ajenos.
Ante la posible deportación de más
migrantes indocumentados o indeseados, ante el desgarramiento de sus
familias, ante la creciente dificultad para ingresar a ese país,
ante el aumento de aranceles para las exportaciones de nuestros
productos, ante las afectaciones que sufrirán nuestras economías
locales, pues dependemos demasiado de su mercado, todos, no sólo las
autoridades, hemos de enfrentar estos retos y desafíos.
PENSAR
El Papa Francisco, en La alegría
del Evangelio, dice: “Los males de nuestro mundo no
deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y nuestro fervor.
Mirémoslos como desafíos para crecer” (84).
“Una de las tentaciones más serias
que ahogan el fervor y la audacia es la conciencia de derrota que nos
convierte en pesimistas quejosos y desencantados con cara de vinagre.
Nadie puede emprender una lucha si de antemano no confía plenamente
en el triunfo. El que comienza sin confiar perdió de antemano la
mitad de la batalla y entierra sus talentos. Aun con la dolorosa
conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin
declararse vencidos” (85). “Los desafíos están para
superarlos. Seamos realistas, pero sin perder la alegría, la audacia
y la entrega esperanzada” (109).
ACTUAR
¿Qué hacer? Yo confío en la fuerza
de nuestra oración, para que la Cámara de Representantes y el
Senado de los Estados Unidos de Norteamérica impongan a Trump
los debidos límites a sus empeños, pues un Presidente no puede ser
un dictador de otros tiempos. Debe haber un equilibrio de poderes.
Sin embargo, el desafío más
importante es generar más empleos en nuestros países. Si aquí no
hay trabajo, la migración no se detiene, por más muros que
construyan, por más tecnología y policías que implementen. Que
nuestros empresarios y gobernantes pongan alma, vida y corazón en
promover empleos en el país, para no depender permanentemente del
extranjero.
Hay que salvar la agricultura, la
pesca, la ganadería, para lograr la autosuficiencia alimentaria;
proteger el maíz criollo, que es la base de la no dependencia;
potenciar la industria del turismo, que hace competente y sólida
nuestra economía, pues Dios nos ha regalado muchas maravillas
naturales, arqueológicas, históricas, religiosas y culturales, que
son un atractivo mundial.
Proponer a Estados Unidos que siga el
ejemplo de Canadá, que tiene programas muy exitosos de trabajadores
temporales, muchos de ellos mexicanos, que van allá con todos sus
documentos en regla, con derechos laborales seguros, y que no son una
amenaza para su economía, sino que la sostienen y la hacen
prosperar. Si a Trump lo que le importa es la economía y la
seguridad de su país, esta es una forma plausible de lograrlo, sin
muros ni enemigos.
Volver los ojos hacia Centro y
Sudamérica, con quienes nos unen tantos lazos, aunque sus economías
no sean tan prósperas como las del Norte y las de Europa. Unidos los
pobres, pueden ser una fuerza extraordinaria de crecimiento
solidario. Y seguir expresando nuestra fraternidad con los migrantes
centroamericanos y de otros países que pasan por nuestra geografía
intentando llegar al Norte, pues su paso hacia allá será mucho más
difícil. Hemos de ofrecerles nuestro apoyo solidario, pues están en
mayor indefensión que nosotros mismos.
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