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domingo, 16 de octubre de 2022

carta No.154: “No hay PAZ sin justicia”

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 154– 16 de octubre 2022

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“No hay PAZ sin justicia

“La verdadera paz, pues, es fruto de la justicia, virtud moral y garantía legal que vela sobre el pleno respeto de derechos y deberes, y sobre la distribución ecuánime de beneficios y cargas. Pero, puesto que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas truncadas” Juan Pablo II, 2002.

La paz no sólo es la ausencia de conflictos.  Es la vigencia y presencia de la justicia.  Convivir en paz consiste en aceptar las diferencias y tener la capacidad de escuchar, dialogar, reconocer, respetar, aceptar y apreciar a los demás, así como vivir de forma justa, honrada, respetuosa, pacífica, ecuánime y unida.

La paz se opone a las riñas, las broncas, las discusiones, la violencia, la guerra y acude a la reflexión y al diálogo para resolver conflictos, encontrar consensos, superar divergencias, construir relaciones justas, equitativas, razonables, afectuosas, innovadoras y creativas.

La violencia es la cara opuesta de la paz, es la abundancia de fuerza desproporcionada o desmedida, es el actuar de manera descontrolada donde se impone el más fuerte.  Nadie escucha ni dialoga, abundan los gritos, los golpes, el irrespeto, no se acepta al otro ni se reconocen las diferencias.  Los conflictos se resuelven por la fuerza bruta o por las armas.  La desgracia impera en la cotidianidad.  Dolor, llanto, angustia, desesperanza, muerte.

Ecuador, hasta hace unos años “una isla de paz”, hoy está sumergido en una espiral de violencia generada por un sinnúmero de causas.  La tasa de muertes violentas (TMV) por cada 100 mil habitantes ha pasado del 5.8 en 2018 a 15.48 en 2022.

Pero ¿por qué se disparó la violencia y la inseguridad?  Hay múltiples y variadas respuestas, dependiendo del cristal con el que se mire.  Para unos es el deterioro y la ineficacia de las medidas implementadas por el actual gobierno y por las instituciones a las que les corresponde velar por la paz, por lo que hasta los ‘estados de emergencia’ han resultado ineficaces.

Para otros, la inseguridad ha crecido vertiginosamente, sin darle tiempo al Estado para que reaccione, se organice o defina políticas que le permitan enfrentarla de manera eficaz y eficiente, sobrepasándole, pese a que tiene el monopolio de la fuerza y está legalmente facultado para ello.  El crimen organizado y el narcotráfico imponen su presencia y metodología, operando en diferentes estamentos sociales.  Esto se constata en el sicariato como ajuste de cuentas y en los varios amotinamientos en las cárceles que han costado la vida de cientos de personas detenidas.

Este cuadro se complementa con esas violencias cotidianas, presentes en cualquier ambiente privado o público y socialmente aceptadas: trabajo, calle, transporte, sector educativo, canchas deportivas, fiestas… Hay violencia intrafamiliar, laboral, económica, sicológica, emocional, sexual, física y de género. Lamentablemente la violencia está presente en nuestras vidas y no solo como posibles víctimas, sino también como victimarios.  Debemos desterrar la violencia en nuestro ser interior, en nuestro entorno y contra los demás.

¿Es posible recuperar la paz personal y social en nuestro país?  Es una esperanza lejana, pues demanda unidad total: de quienes dirigen el país para que, además de hacer leyes, encaren el problema de manera integral, generen empleo, mejoren la educación, destierren la corrupción, administren justicia de forma oportuna e imparcial, establezcan un verdadero sistema de rehabilitación social, rompan con la inequidad, y los ecuatorianos tengamos la capacidad y la voluntad de asumir y cumplir las leyes con honestidad, busquemos el diálogo y el consenso para evitar la violencia, dejando al margen intereses personales y de grupo.

La paz, sin duda alguna, es fruto de la justicia.  Mientas no haya justicia, la paz será solo una aspiración lejana.  Es responsabilidad de quienes ejercen el poder y también es tarea de todos.  Con nuestra práctica diaria: generamos violencia o construimos PAZ.  ·  #ComuniquemosEsperanza


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Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

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