Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 289– 18 de mayo 2025
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¡La Asamblea que necesitamos!
La democracia tiene inherente
un gran e indudable valor: el de estar "juntos", el de que el
ejercicio del gobierno tenga lugar en el contexto de una comunidad que se
confronta libre y secularmente en el arte del bien común, que no es sino un nombre
diferente de lo que llamamos política. Papa Francisco.
La función legislativa en Ecuador ha sido, desde sus
inicios, un actor central en la vida política, espacio de debate y búsqueda de
consensos. Pero también ha caído en prácticas de componenda, incoherencia y uso
indebido del poder, favoreciendo intereses particulares y aprobando leyes a
conveniencia.
Por el Parlamento han pasado destacados ecuatorianos en
la agitada historia nacional: los próceres que se reunieron en la sala
Capitular de San Agustín el 10 de agosto de 1809, quienes proclamaron la
independencia de Guayaquil en 1820, y los legisladores que fundaron la
República en 1830. Pero también han pasado personajes que han esquilmado y
vilipendiado el prestigio de la legislatura, al punto de convertirla en una de
las instituciones más desacreditadas y rechazadas por la ciudadanía.
Desde 1979, el Congreso —hoy Asamblea Nacional— ha
decaído notablemente, debido a la “calidad” de muchos de sus integrantes, los
constantes “camisetazos”, la ineficiencia, los escándalos, los pactos, los
amarres. El “toma y daca” se volvió, en muchos casos, el método de trabajo de
numerosos legisladores. Antes que el interés nacional, prevalecieron los
intereses partidistas o grupales.
La Asamblea Nacional que inició funciones el 14 de mayo
(período 2025–2029), conformada por 151 asambleístas y ahora bajo mayoría del partido
de gobierno, hereda más de 1.500 proyectos de ley —algunos desde 2009— de
diversa índole. En sus 18 meses de funcionamiento, la anterior Asamblea
(2023–2025) presentó 554 proyectos de ley; 472 siguen en trámite, 58 fueron
aprobados: 14 propuestos por el presidente Noboa, 38 de períodos anteriores y
solo 6 nacidos de la propia Asamblea saliente.
La
Asamblea Nacional es el reflejo del país: muestra lo que somos, con nuestras
virtudes, defectos y contradicciones. En ella se expresa nuestra diversidad, exclusiones,
lealtades y aspiraciones. Sus integrantes son fruto de la misma sociedad que
los elige: su formación, sueños y ambiciones nacieron de ella.
Pero la realidad y las urgencias nacionales superan
ampliamente la capacidad de respuesta del Legislativo. A pesar de contar con
presupuesto, asesores, personal administrativo y todos los recursos, muchos
asambleístas se ven atrapados en discusiones espurias, declaraciones estériles,
exhortaciones improcedentes o debates vacíos, amplificados solo para responder
a consignas o retaliaciones políticas.
En 2023, la confrontación parlamentaria llegó a tal punto
que el expresidente Guillermo Lasso optó por aplicar la muerte cruzada, como
único recurso para destrabar esa expresión de la barbarie politiquera nacional.
Esperamos que la nueva Asamblea rompa con esa “hoja de
ruta” que ha desacreditado al Parlamento y ha sumido al país en
enfrentamientos, bloqueos y obstáculos que han imposibilitado una gobernanza
conjunta, articulada y estructurada entre el Ejecutivo y el Legislativo. Los
problemas graves del país exigen consensos y acuerdos mínimos que permitan
adoptar soluciones reales para los 18 millones de ecuatorianos.
Los asambleístas electos deben dejar
de ser “adalides” de partidos o intereses particulares, y asumir con integridad
su compromiso con el país: legislar y fiscalizar con responsabilidad, pensando
en las múltiples necesidades que requieren un marco legal oportuno, viable,
pertinente y justo. #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la
fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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