El Papa Francisco propone el cuidado de la
creación como obra de misericordia
(ZENIT).- El papa Francisco propone
un complemento a las dos listas tradicionales de siete obras de
misericordia, añadiendo a cada una el cuidado de la casa
común. Así, explica que como obra de misericordia espiritual,
el cuidado de la casa común precisa de la contemplación
agradecida del mundo que nos permite descubrir a través de cada
cosa alguna enseñanza que Dios nos quiere transmitir. Como obra de
misericordia corporal, el cuidado de la casa común, necesita
simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia,
del aprovechamiento, del egoísmo y se manifiesta en todas las
acciones que procuran construir un mundo mejor.
Tal y como explica el Santo Padre en
el mensaje, la Iglesia católica celebra esta Jornada en unión con
los hermanos y hermanas ortodoxos, y con la adhesión de otras
Iglesias y comunidades cristianas. Y precisa que la jornada pretende
ofrecer “una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal
a la propia vocación de custodios de la creación”, elevando a
Dios “una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha
confiado a nuestro cuidado”.
Asimismo, el Pontífice asegura que
debe ser motivo de alegría que, en todo el mundo, hay iniciativas
que promueven la justicia ambiental, la solicitud hacia los pobres y
el compromiso responsable con la sociedad, “están fomentando el
encuentro entre personas, sobre todo jóvenes, de diversos contextos
religiosos”.
Por otro lado, el Santo Padre subraya
que “no podemos rendirnos o ser indiferentes a la pérdida de la
biodiversidad y a la destrucción de los ecosistemas, a menudo
provocados por nuestros comportamientos irresponsables y egoístas”.
En esta línea advierte de que el
planeta continúa calentándose, en parte a causa de la actividad
humana: el 2015 ha sido el año más caluroso jamás registrado y
probablemente el 2016 lo será aún más. Y así, añade que los
pobres del mundo, que son los menos responsables de los cambios
climáticos, “son los más vulnerables y sufren ya los efectos”.
Además, el Santo Padre reconoce que “cuando maltratamos la
naturaleza, maltratamos también a los seres humanos”.
En el mensaje, el Papa explica que
Dios “nos ha dado la tierra para cultivarla y guardarla con respeto
y equilibrio”. Cultivarla demasiado ‒esto es abusando de ella de
modo miope y egoísta‒, y guardarla poco es pecado.
Por otro lado, el Santo Padre pide
que en este Año Jubilar, “aprendamos a buscar la misericordia de
Dios por los pecados cometidos contra la creación, que hasta ahora
no hemos sabido reconocer ni confesar” y “comprometámonos a
realizar pasos concretos en el camino de la conversión ecológica”.
El primer paso en este camino –prosigue Francisco– es
siempre un examen de conciencia, que implica un reconocimiento del
mundo como un don recibido del amor del Padre, que provoca como
consecuencia actitudes gratuitas de renuncia y gestos generosos. Y
asegura que también implica “la amorosa conciencia de no estar
desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás
seres del universo una preciosa comunión universal”.
El examen de conciencia, el
arrepentimiento y la confesión al Padre rico de misericordia, nos
conducen a un firme propósito de cambio de vida, observa
Francisco. Y esto –añade debe traducirse en actitudes y
comportamientos concretos más respetuosos con la creación. Como
por ejemplo, propone el Santo Padre, hacer un uso prudente del
plástico y del papel, no desperdiciar el agua, la comida y la
energía eléctrica, diferenciar los residuos, tratar con cuidado a
los otros seres vivos, utilizar el transporte público y compartir
el mismo vehículo entre varias personas, entre otras cosas.
En esta línea, asegura que la
economía y la política, la sociedad y la cultura, “no pueden
estar dominadas por una mentalidad del corto plazo y de la búsqueda
de un inmediato provecho financiero o electoral”.
A propósito del los Objetivos del
Desarrollo Sostenible adoptados por los países del mundo en
septiembre de 2015, el papa Francisco recuerda que ahora los
Gobiernos tienen el deber de respetar los compromisos que han
asumido, mientras las empresas deben hacer responsablemente su parte,
y corresponde a los ciudadanos exigir que esto se realice.
Finalmente, el Pontífice asegura que
a pesar de nuestros pecados y los tremendos desafíos que tenemos
delante, “no perdamos la esperanza”.
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