Tras la
destitución de Dilma Rousseff
Leonardo Boff
Seguramente es pronto todavía para
sacar lecciones de la cuestionable destitución que ha inaugurado una
nueva tipología de golpe de clase vía parlamento. Estas primeras
lecciones podrán servir a los que aman la democracia y respetan la
soberanía popular, expresada por elecciones libres, y no en último
lugar al PT y aliados. Los que detentan el tener, el poder y el saber
que se ocultan detrás de los golpistas se caracterizan por no
mostrar aprecio a la democracia y dejar de lado la situación de
clamorosa desigualdad del pueblo brasilero.
Segunda lección: reafirmar la
democracia, la que gana las calles y plazas, contrariamente a la
democracia de baja intensidad, cuyos representantes, con excepciones,
son comprados por los poderosos para defender sus intereses
corporativos.
Tercera lección: convencerse de
que un presidencialismo de coalición es un fracaso, pues desfigura
el proyecto e induce a la corrupción. La alternativa es una
coalición de los gobernantes con los movimientos sociales y sectores
de los partidos populares y desde ella presionar a los
parlamentarios.
Cuarta lección: convencerse de
que el capitalismo neoliberal, en la fase actual de altísima
concentración de la riqueza, está hiriendo a las sociedades
centrales y destruyendo las nuestras. El neoliberalismo atenuado,
practicado en los últimos 13 años por el PT y aliados, permitió
hacer la mayor transformación social de la historia de Brasil,
mejorando la vida de casi 40 millones de personas, con el aumento de
los salarios, facilidad de crédito, desgravaciones fiscales, pero en
el fondo se ha mostrado insuficiente. Gran error del PT: no haber
explicado nunca que aquellas acciones sociales eran fruto de una
política de Estado. Por eso creó antes consumidores que ciudadanos
conscientes. Permitió adquirir bienes personales, pero mejoró poco
el capital social: educación, salud, transporte y seguridad. Bien lo
dijo frei Betto: se generó «un paternalismo populista que se inició
cuando se cambió el programa Hambre Cero, un programa emancipatorio,
por el de Bolsa Familia, compensatorio; se pasó a dar el pez sin
enseñar a pescar». En el actual gobierno pos-golpe, la política
económica neoliberal radicalizada por ajustes severos, recesiva y
lesiva de los derechos sociales seguramente va a devolver al hambre y
la miseria a los que fueron sacados de ellas.
Quinta lección: es urgente dar
centralidad a la educación y a la salud. El gobierno Lula-Dilma
avanzó en la creación de universidades y escuelas técnicas. Un
pueblo enfermo e ignorante nunca dará un salto cualitativo hacia una
prosperidad sostenible.
Sexta lección: ponerse
valientemente al lado de las víctimas de la voracidad neoliberal,
denunciando su perversidad, desmontando su lógica excluyente, yendo
a las calles, apoyando demostraciones y huelgas de los movimientos
sociales y de otros segmentos.
Séptima lección: sospechar de
todo lo que viene de arriba, generalmente fruto de políticas de
conciliación de clases, hechas de espalda y a costa del pueblo.
Estas políticas vienen bajo el signo de más de lo mismo. Prefieren
mantener al pueblo en la ignorancia para facilitar la dominación y
la acumulación y debilitan cualquier espíritu crítico.
Octava lección: es urgente
proyectar la utopía de otro Brasil, sobre otras bases, la principal
de ellas, la originalidad y la fuerza de nuestra cultura, dando
centralidad a la vida de la naturaleza, a la vida humana y a la vida
de la Madre Tierra, base de una biocivilización. El
desarrollo/crecimiento, necesario para atender, no los deseos, sino
las necesidades humanas, debe estar al servicio no del mercado sino
de la vida y de salvaguardar nuestra riqueza ecológica.
Concomitantemente urge hacer reformas básicas, de la política, de
la tributación, de la burocracia, de la reforma del campo y de la
ciudad etc.
Novena lección: para
implementar esa utopía es indispensable una coalición de fuerzas
políticas y sociales (movimientos populares, segmentos de partidos,
empresarios nacionalistas, intelectuales, artistas e iglesias)
interesadas en inaugurar lo nuevo viable, que de cuerpo a la utopía
de otro tipo de Brasil.
Décima lección: ese nuevo
viable tiene un nombre: la radicalización de la democracia que es el
socialismo de cuño ecológico, por tanto, ecosocialismo. No el
totalitario de Rusia ni el desfigurado de China que, a decir verdad,
niegan la naturaleza del proyecto socialista. Sino el ecosocialismo
que busca realizar potencialmente el noble sueño de cada uno: dar lo
que puede y recibir lo que necesita, incluyendo a todos, también a
la naturaleza.
Este proyecto debe ser implementado
ya ahora. Como expresó la ancestral sabiduría china, repetida por
Mao: «si quieres recorrer mil pasos, empieza ahora a dar el primer
paso». Sin ello jamás haremos el camino hacia el destino deseado.
La crisis actual nos ofrece esta especial oportunidad que no debe ser
desperdiciada. Ella se da pocas veces en la historia y ahora es una
de ellas.
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