Con los ojos fijos en Él
en la realidad y
la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 123– 13 de marzo 2022
------------------------------------------------
Los rostros desfigurados por la guerra
“Vemos a Jesús en los rostros de los niños sirios marcados
aún por la guerra”, “en los niños de Irak, que todavía sigue herido y dividido
por las hostilidades que lo han golpeado en los últimos quince años”; “en los
niños de Yemen, donde existe un conflicto olvidado”; en los niños de África,
“especialmente en los que sufren en Sudán del Sur, en Somalia, en Burundi, en
la República Democrática del Congo, en la República Centroafricana y en
Nigeria”. (Papa Francisco, 2017).
Las guerras
desfiguran el rostro de la humanidad. Ancianos, hombres, mujeres, niños y bebés, que, además de vivir en la
pobreza y alejados de cualquier privilegio, son golpeados sin clemencia por la
barbarie de la guerra. Esos rostros
inocentes solo sufren la cruenta violencia que frustra y mutila sus vidas,
fractura su cotidianidad, despoja de su dignidad, anula el presente y confisca
el futuro. La guerra les deja sin
posibilidad de vivir su vida y desarrollarse como personas.
Rostros
desfigurados por el miedo a morir bajo un bombardeo inmisericorde, una
incursión a mansalva, el estallido de un misil de racimo, la explosión de una
mina o simplemente por estar en el lugar y en el momento equivocados.
Rostros
desfigurados por la urgencia de abandonar su casa y ciudad, de renunciar a su
pasado, perder su presente y futuro. Dejar
atrás amigos, conocidos y allegados, su cultura, su historia, sus costumbres,
su entorno… para salir despavoridos con una mochila o maleta llenada al apuro, solo
huyendo de una "tormenta bélica", sin rumbo ni lugar a donde ir o
llegar. Solo se sabe que hay que tomar a
los niños al resto de la familia y salir, huir, partir a toda prisa… para
paliar esa cruenta guerra que llegó impuesta por un sinfín de intereses de
poderes mundiales. Pasan a vivir una
vida a riesgo de caer en trata de personas -en especial mujeres y niños-, de la
vulneración sistemática de los derechos humanos, de xenofobia...
Rostros
desfigurados por la muerte, las heridas, las mutilaciones, las masacres, las
fracturas, las balas perdidas… que golpean sin tregua a millones de familias en
países, ciudades, pueblos, caminos y senderos. Para evitar ser alcanzados por esa "hoguera bárbara" caminan
desorientados, corren sin sentido, deambulan por doquier y se pierden lejos de
su hogar, simplemente huyen de todo aquello que huele a muerte, con el único
fin de salvar su vida y la de sus familias.
Rostros
desfigurados por la pena y el dolor de perder a sus seres queridos, dejar a los
abuelos, salir sin tener tiempo para abrazarse y despedirse. Rostros desfigurados por la incertidumbre y
la duda de no saber que hay más allá de ese momento. Desconocen su presente inmediato y están dispuestos
a lo que venga. Salen sin ninguna
seguridad, esperando encontrar un lugar seguro y algo de tranquilidad que
acalle el ruido de su alterada realidad y aplaque sus emociones
alborotadas. La migración forzada les
enfrenta a la ¡horrible y terrible! miseria, pobreza… y otras tantas
catástrofes y abusos.
Esos rostros,
desfigurados por la guerra, golpean con fuerza y en silencio la conciencia de
la humanidad, para que nadie quedemos indiferentes ni miremos hacia otro
lado. Están allí en medio de esa realidad
macabra de escombros y explosiones, mirando a los fabricantes de guerra,
productores y vendedores de armas, a los gobiernos y políticos y militares que
deciden y hacen las guerras… a los que se olvidan de amar y solo buscan
enriquecerse matando las vidas y la esperanza de la casa común.
¡Basta de guerras,
basta de desfigurarnos los rostros sin piedad, sin misericordia! Reconozcámonos, aunque parezca difícil, que
somos hermanos. Busquemos caminos de
diálogo para construir la paz desde la justicia social, equidad, inclusión,
venciendo la pobreza, desterrando la violencia, eliminado las armas. Con fraternidad y cooperación, trabajo y
solidaridad lograremos vías de sensibilización de la humanidad para encontrar la
paz, porque de acuerdo con el plan de Dios todos estamos hechos para la vida y no
para la muerte. · #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario