Con los ojos
fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 71 – 14 de marzo 2021
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La vacuna
entre la injusticia y la esperanza
“Hoy, en este tiempo de oscuridad y de incertidumbre por la pandemia, aparecen varias luces de esperanza, como el desarrollo de las vacunas. Pero para que estas luces puedan iluminar y llevar esperanza al mundo entero, deben estar a disposición de todos.” (Papa Francisco, 25 diciembre 2020).
Los dos pontífices, el Papa Francisco y el Emérito Benedicto XVI, han recibido las vacunas contra el coronavirus y lo han hecho demostrando la necesidad de que todos acepten vacunarse como único camino para superar la pandemia. Su ejemplo es un llamado a la responsabilidad, no solo por la protección de cada uno, sino por el cuidado de los demás, de las personas que nos rodean y con quienes tenemos una mutua relación que debe estar signada por la fraternidad.
Para
hacer efectivo el llamado, enfrentamos un serio problema: según la People’s Vaccine Alliance, solo las
naciones más ricas, en las que vive el 14% de la población mundial, han
adquirido el 53% de las vacunas… el restante (47% de vacunas) se repartirán el
86% del resto de la humanidad. Desde
el origen ya está viciada de inequidad y desigualdad la repartición de las
vacunas.
En los países pobres, la escasez de vacunas afectará
especialmente a los más vulnerables, que probablemente serán los últimos en vacunarse,
aunque son los más expuestos a la pandemia. Miles de millones de seres humanos
que viven amortajados por el hambre, la enfermedad, el olvido.
En medio de esta debacle que de por sí
aprieta y asfixia, han tenido
que aprender a convivir y sobrevivir al coronavirus.
Ellos no pueden quedarse en 'casa', tampoco pueden implementar medidas de
bioseguridad ni adquirir las mascarillas recomendadas por estar fuera de su
alcance, peor aún, alimentarse 'sanamente' para incrementar sus
defensas. Están en las calles
buscando un ingreso, se movilizan en transporte público, siguen con sus ventas
ambulantes, se paran en esquinas a ofrecer sus habilidades, siguen cargando en
los mercados, siguen minando, siguen labrando la tierra… siguen caminando
incansablemente.
Todos necesitamos en forma urgente superar la
pandemia, requerimos la vacuna. Vacuna que las potencias del mundo, en franca competencia,
se precian de haber conseguido, cada vez con mejores índices de eficacia. Logros y producción que se
distribuyen, como se ha demostrado, en pocos países privilegiados, no llega a
los pobres, a los menos desarrollados o si llega, lo hace a cuentagotas, como
lo experimentamos en las semanas pasadas.
Las comparaciones no son buenas, a veces
hasta resultan dolorosas, pero nos preocupa cuando vemos como países cercanos
–Chile, por dar un ejemplo– logran procesos eficaces de vacunación, que llegan
a inocular a grandes sectores de su población. Nosotros tenemos que lamentar,
que a la fecha apenas un mínimo de ciudadanos ha logrado esta protección y no
siempre son los que más la necesitan. Anuncios
oficiales parecen mejorar esta realidad y dan algo
de esperanza.
Por alguna rendija debe irrumpir la
esperanza, debe saltar alguna tecla que cambie esta injusta y horrenda
desgracia, debe haber una luz que ilumine esa oscuridad para caminar al
encuentro de los más pobres y necesitados. Por ahí deben estar los 'samaritanos'
tendiendo sus manos, luchando por una sociedad que se conduele y actúa
inmediatamente, sin pretextos inútiles. Cambiar esta inhumana barbarie es
ineludible. Es el gran mensaje que deja a la humanidad esta poderosa pandemia que al mundo ha puesto de
rodillas. · #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de
la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de
los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas,
a través de estas cartas.
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