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jueves, 23 de junio de 2016

Como responder restaurativamente

Al dolor causado por el terremoto?

Cuando un acto de la naturaleza como el terremoto ocurrido en nuestra querida costa ecuatoriana causa tanta destrucción, no sólo son los edificios, las casas y los caminos en los que se puede ver el impacto de su fuerza, sino sobre todo en las personas afectadas por este evento.
Dentro de nuestros hermanas/os ecuatorianas/os hay un terremoto interior que ha sacudido, en su núcleo, sus emociones, sus pensamientos, su cuerpo y su espíritu, que son los cuatro aspectos que nos constituyen como personas totales.
La perspectiva de la Justicia Restaurativa, basada en la satisfacción de las necesidades humanas, nos guía a posar nuestros ojos en la urgencia de suplir las necesidades que emergen de los cuatro aspectos de nuestro ser mencionados arriba. El cuerpo necesita lo material, tal como agua pura para beber, techo para guarecerse y comida para sostenerse.
La mayoría de los esfuerzos se centran en este aspecto fundamental, ya que los humanos necesitamos comer y descansar para mantenernos con energía suficiente. Empero, lo que ayuda a los sobrevivientes de este acto de la naturaleza va más allá de lo material es el cariño y la preocupación genuina de aquellos que aúnan sus esfuerzos para su bienestar.
El corazón siente el amor, la compasión y la solidaridad. Basada en esas emociones que ayudan a recuperar la confianza en la vida, la mente empieza a recuperarse del choque, de la ruptura con lo normal, e inicia el proceso de adaptación y creación de algo nuevo lidiando con las nuevas circunstancias. El espíritu fortalece en cada instante y guía e inspira a que la resiliencia total se fortifique.
Cuando tenemos claro nuestras diversas necesidades, aquellos que desean ayudar se vuelven más eficientes. Las/os ecuatorianas/os tienen una sensibilidad innata para apoyar y lo han hecho y lo seguirán haciendo maravillosamente. Y lo más importante es que lo estamos haciendo juntos. Esa es la riqueza de los procesos restaurativos: todos colaboran, cada uno proporciona lo mejor de si. No todos tienen que hacer todo, sino cada uno su parte.
Pero el sendero a caminar para la restauración es largo y se beneficia de la constancia. Al elegir dar de lo poco o mucho que tenemos o de los poco o mucho que somos, las vicisitudes se hacen más llevaderas y eventualmente todos encontraremos el significado más profundo a este acto de la naturaleza que nos recuerda lo que es verdaderamente importante en la vida: la totalidad humana en su hermandad.
Charito Calvachi-Mateyko

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