En el
escenario brasilero
Ocurren cosas extrañas en el reino,
que no es el de Dinamarca sino el de Brasil: una presidenta es
depuesta por errores menores de administración financiera que
ocurren en todos los gobiernos del mundo sin que sean motivo de
destitución, por el simple hecho de que no hay proporción entre el
eventual error y la pena máxima. Es pretexto para otra cosa.
Esta es la razón pura y simple del
proceso de impeachment contra la Presidenta. Bien dijo Noam
Chomsky que vive con una brasilera, se trata de “una banda de
ladrones acusando a una mujer inocente, contra la cual ni siquiera
hay indicios de delito”. Esa banda se unió con el conspirador
mayor, el vicepresidente Michel Temer, con sectores del propio STF,
connivente y omiso, con la PF y el MP para escapar ilesos de sus
delitos y salvar sus carreras políticas. La intención originaria y
perversa era desestabilizar el gobierno del PT, lo que consiguieron
en parte apoyados por una prensa conservadora y calumniosa, de las
más concentradas del mundo. Se buscaba destruir la figura
carismática de Lula. Élites regresivas, nostálgicas de la Casa
Grande, buscan el poder que perdieron en las elecciones y consideran
inaceptable la ascensión de los pobres en la vida social y
universitaria.
El vicepresidente, un hombre débil y
sin ningún tipo de liderazgo, olvidó que era vice y que debía
sustituir a la presidenta mientras durase el proceso contra ella,
manteniendo la máquina gubernamental. Secuestró el cargo como si
fuese presidente, con un proyecto político no mostrado al pueblo,
montando todo un gobierno nuevo con otros ministros, gente de la peor
especie política, algunos acusados por corrupción, todos blancos y
ricos. Los ministerios que tenían alma (como Cultura, Derechos
Humanos, el de las Mujeres, el de la Diversidad racial, Negros e
Indios y otros) fueron reducidos o abolidos quedando solamente
aquellos que son el esqueleto de la administración (planeamiento,
hacienda y otros).
Como es sabido y la periodista
canadiense Noemi Klein explicitó hace días en una entrevista sobre
la situación de Brasil: en momentos de crisis y de caos político,
los propulsores del proyecto radical del neoliberalismo, proyectado
por los “chicagoboys” (Milton Friedman), aplican sin piedad la
“Doctrina del Choque”. Aprovechan la debilidad de las
instituciones y del poder central para imponer su proyecto
absolutamente anti-popular y anti-social, que privatiza bienes
públicos, corta beneficios sociales y beneficia todo lo que puede a
las clases adineradas. Pues ese proyecto descaradamente liberal está
siendo impuesto al pueblo brasilero.
José Serra, ministro de relaciones
exteriores, sin calificación para ese cargo y bronco en las
relaciones, está recorriendo el mundo para vender parte de Brasil,
especialmente la privatización de bienes públicos y el pre-Sal.
Hay que recordar que la población ya
se ha dado cuenta de las tramoyas golpistas. Allí donde aparecen
diputados o senadores, en los aeropuertos o en las calles, son
abucheados como golpistas o ridiculizados. El vicepresidente ni
siquiera puede salir de casa en São Paulo o del palacio en Brasilia
pues las multitudes gritan “fuera Temer”. Su popularidad tiene un
1% de aceptación. Sólo la vanidad lo mantiene en el poder, pues no
pasa de ser un figurante de fuerzas que lo manejan, como el grupo del
mafioso, corrupto y chantajista Eduardo Cunha. El silencio del STF
está en la tradición de 1964, como apoyadores del golpe contra
cualquier ética jurídica e imparcialidad, como es el caso innegable
del ministro Gilmar Mendes.
Pero un nuevo sujeto político ha
surgido en las últimas semanas: las multitudes en las calles
gritando a favor de la democracia y “fuera Temer”. Están siendo
protagonistas los miles y miles de mujeres, rebeladas contra la
cultura del estupro y también en solidaridad con la mujer Dilma,
contra el inveterado machismo brasilero.
Otro protagonista nuevo son los
jóvenes de todas las edades, distanciados conscientemente de los
partidos, que reclaman democracia, ocupan escuelas pidiendo mejor
educación y exigen reformas. Todos los días hay miles y miles
llenando las calles con sus banderas y músicas. Seguramente quien va
a derribar el impeachment serán las calles. Los senadores
proimpeachment, muchos de ellos acusados, difícilmente se librarán
durante toda su vida del epíteto de golpistas.
Leonardo Boff
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