Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta
No. 211 – 19 noviembre 2023
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«No apartes tu rostro del pobre»
“Cada
día nos comprometemos a acoger a los pobres, pero esto no basta. Un río de pobreza atraviesa nuestras ciudades
y se hace cada vez más grande hasta desbordarse; ese río parece arrastrarnos,
tanto que el grito de nuestros hermanos y hermanas que piden ayuda, apoyo y
solidaridad se hace cada vez más fuerte.ˮ Papa Francisco, Jornada Mundial de
los Pobres, 2023.
En Ecuador en junio 2023, la pobreza
por ingresos, a nivel nacional, llegó a 27% (89,29 USD per capita). Mientras
que, la pobreza extrema alcanzó 10,8% (50.32 USD per capita). Esta lacerante
realidad nos desafía y cuestiona nuestro ser y quehacer humano y
cristiano. Este domingo 19 de noviembre
se celebra la VII Jornada Mundial de los Pobres, compartimos parte del
mensaje del Papa Francisco.
«No apartes tu rostro de ningún
pobre» (Tb 4,7)... Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de
la piel, la condición social, la procedencia. Si soy pobre, puedo reconocer
quién es el hermano que realmente me necesita. Estamos llamados a encontrar a
cada pobre y a cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la indiferencia y
la banalidad con las que escudamos un bienestar ilusorio.
Vivimos un momento histórico que no
favorece la atención hacia los más pobres.
La llamada al bienestar sube cada vez más de volumen, mientras las voces
del que vive en la pobreza se silencian. Se tiende a descuidar todo aquello que
no forma parte de los modelos de vida...
Lo que es desagradable y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis,
mientras que las cualidades físicas se exaltan, como si fueran la principal
meta a alcanzar. La realidad virtual se apodera de la vida real y los dos
mundos se confunden cada vez más fácilmente. Los pobres se vuelven imágenes que
pueden conmover por algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y
hueso por la calle, entonces intervienen el fastidio y la marginación. La prisa, cotidiana compañera de la vida,
impide detenerse, socorrer y hacerse cargo de los demás. La parábola del buen samaritano (cf. Lc
10,25-37), interpela nuestro presente. Delegar en otros es fácil; ofrecer
dinero para que otros hagan caridad es un gesto generoso; la vocación de todo
cristiano es implicarse en primera persona.
«… el hombre tiene un derecho a la
existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un decoroso
nivel de vida: principalmente, el alimento, el vestido, la vivienda, el
descanso, la asistencia médica y, finalmente, los servicios indispensables que
a cada uno debe prestar el Estado… el hombre posee también el derecho a la
seguridad personal en caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y,
por último, cualquier otra eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los
medios necesarios para su sustento» (Pacem in Terris n.11). Cuánto trabajo
tenemos por delante para que estas palabras se hagan realidad, también por
medio de un serio y eficaz compromiso político y legislativo...
Hay nuevas formas de pobreza:
poblaciones que viven en zonas de guerra…
Los salarios se acaban rápidamente, obligando a privaciones que atentan
contra la dignidad de las personas. Si
en una familia se debe elegir entre la comida para subsistir y las medicinas
para recuperar la salud, entonces debe hacerse escuchar la voz del que reclama
el derecho de ambos bienes, en nombre de la dignidad de la persona humana. El
trato deshumano que se reserva a tantos trabajadores y trabajadoras; la
retribución que no corresponde al trabajo realizado; el flagelo de la
precariedad; las excesivas víctimas de accidentes, provocadas a menudo por una
mentalidad que prefiere el beneficio inmediato en detrimento de la seguridad. Esta enumeración, ya de por sí dramática,
describe sólo parcialmente las situaciones de pobreza. Cuántas vidas frustradas e incluso suicidios
de jóvenes, engañados por una cultura que los lleva a sentirse “incompletos” y
“fracasados”.
Es fácil caer en la retórica. También es una tentación insidiosa la de
quedarse en las estadísticas y en los números.
Los pobres son personas, tienen rostros, historias, corazones y
almas. Son hermanos y hermanas con sus
cualidades y defectos, como todos, y es importante entrar en una relación
personal con cada uno de ellos.
Recordemos que «Cada vez que lo
hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt
25,40) (Papa Francisco 13 jun 2023). · #ComuniquemosEsperanza
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