Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 280– 16 de marzo 2025
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MIGRACIÓN: entre el sueño y la pesadilla
“Soy hijo de migrantes y en casa siempre hemos vivido eso de ir allí
para hacer América, para progresar, con la esperanza de encontrar el pan de
cada día en otra parte…Incluso cuando se encuentra cerrazón y rechazos”
(Papa Francisco, a los Misioneros
Scalabrinianos).
“Deportar a personas que han huido de su patria
debido a factores como la pobreza extrema, la persecución y el deterioro del
medio ambiente deteriora la dignidad de muchos hombres y mujeres, y de familias
enteras y los deja indefensos y vulnerables”
(Papa Francisco, a los obispos de EEUU).
Estos días vemos y escuchamos testimonios desgarradores de compatriotas
que han sufrido una cruel expulsión por las políticas xenófobas implementadas
por el gobierno norteamericano de Donald Trump, que trata a nuestros emigrantes
como delincuentes violentando sus derechos. Son muchas las historias que hablan
de personas fallecidas en su viaje, de mujeres violadas y personas
extorsionadas en manos de coyoteros, mientras otras han sido cazadas como
animales y muchas han visto frustrados sus sueños de un futuro mejor.
Ecuador, por su crisis estructural, ha generado procesos migratorios,
recordemos los de finales del siglo XX e inicios del XXI. En esta coyuntura es
importante que analicemos los elementos que provocan esta oleada migratoria del
campo a la ciudad y del Ecuador a Norteamérica y Europa, que se ha convertido
casi en una pandemia.
Un primer elemento se relaciona con la percepción de muchas personas
sobre la situación social, económica y política actual: hay una imagen negativa
que se traduce en un pesimismo agudo respecto al futuro del país, esto genera
desesperanza e impulsa a asumir los riesgos de abandonar el Ecuador,
persiguiendo el sueño de lograr mejores días. Otro aspecto se relaciona con la
grave crisis económica y la falta de trabajo, alrededor del 70% de ecuatorianos
no acceden a un trabajo digno y muchos de ellos consideran partir al exterior
-incluso profesionales altamente preparados forzados a migrar-, aceptando
cualquier mínima oportunidad. Finalmente, la violencia creciente expulsa a
personas que se ven amenazadas y “vacunadas” por los grupos narcodelictivos y
de delincuencia organizada (GDO), viéndose forzadas a dejar sus pequeños
negocios, sus viviendas y, al final, su territorio.
También está el efecto “llamada”, donde muchas personas animan a sus
parientes para migrar y otras que quieren lograr la reunificación familiar.
En todo este proceso, la peor lacra son esos criminales conocidos como
“coyoteros”, que actúan en Ecuador y en todo el trayecto, especialmente antes
de pasar las fronteras. Los niveles de extorsión y abusos de estos siniestros
personajes provocan deudas que someten a las familias, más si fracasa la
llegada o permanencia en su lugar de destino. Es tal la desesperación que
corren estos grandes riesgos con tal de lograr su objetivo. Muchos pierden
hasta la vida en ese intento.
En contraste, debemos reconocer el significativo aporte de nuestros
migrantes, que con sus remesas juegan un rol fundamental en el sostenimiento de
la economía nacional, remesas que ahora pueden disminuir por las expulsiones.
No hay duda de que la fe y la esperanza son el soporte de quienes se
arriesgan en ese camino. “Al fin y al cabo, la búsqueda de un futuro por parte
del migrante expresa una necesidad de salvación compartida por todos”. (Papa
Francisco).
El Ecuador envía ciudadanos al exterior, pero también ha recibido y
recibe a hermanos latinoamericanos, especialmente colombianos y venezolanos por
las tristes circunstancias que sufren sus países y a los que no siempre hemos
recibido con amistad y solidaridad.
La
movilidad humana es un derecho universal. Como cristianos debemos reconocer que
en la Palabra de Dios desde el antiguo testamento se habla de la protección al
extranjero (Lev. 19, 33-34), en el Nuevo Testamento se nos dice: “Fui forastero
y me acogiste” (Mateo, 31,35) y en las cartas apostólicas: Romanos 15, 9-11; Hebreos
11, 13-14; y Efesios 2,19: “Así pues ya no sois extraños ni extranjeros, sino
conciudadanos de los santos y familia de Dios”. Por eso, la acogida a los
migrantes es parte de la fraternidad universal, pues todos somos peregrinos de
esperanza y la tierra no es nuestra patria definitiva (Jubileo 2025). #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la
fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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