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domingo, 23 de marzo de 2025

carta No. 281: Zozobra por emergencias climáticas

  

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 281– 23 de marzo 2025
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Zozobra por emergencias climáticas

 

“Es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc. Es un problema social global que está íntimamente relacionado con la dignidad de la vida humana”. Papa Francisco, Laudate deum, n. 2 y 3.


Sentimos con preocupación los estragos del fuerte invierno que azota a todo el Ecuador, especialmente en la Costa y en las zonas subtropicales: ciudades y poblaciones inundadas, deslaves y derrumbes, pérdidas de cultivos y animales, destrucción de viviendas y enseres, deterioro de la vialidad y afectaciones al tránsito de personas y vehículos. Lo más trágico ha sido la pérdida de al menos 20 vidas humanas y alrededor de 110.000 personas afectadas.

Hace pocos meses enfrentábamos una intensa sequía; hoy sufrimos los estragos del exceso de lluvias. Ambos extremos, resultado del cambio climático, evidencian una relación desequilibrada con la naturaleza, marcada por modelos de consumo y explotación guiados por la lógica del lucro, que han ignorado la razón, la técnica y la previsión, degradando progresivamente nuestros ecosistemas.

A esta crisis se suma una grave emergencia ambiental en Quinindé y Esmeraldas. Los deslaves del 13 y 15 de marzo provocaron la rotura del Oleoducto Transecuatoriano (SOTE), que, sin mantenimiento adecuado ni tecnología actualizada, derramó unos 25.000 barriles de crudo. El petróleo contaminó los ríos Cube y Esmeraldas hasta llegar al océano Pacífico, obligando a suspender el bombeo de agua y dejando a numerosas comunidades sin abastecimiento. Según el MAATE, hay 80 kilómetros de ríos afectados en varias parroquias y alrededor de 400.000 personas perjudicadas.

No es la primera vez que la provincia de Esmeraldas sufre estos impactos. En 1998, un incendio vinculado a la refinería dejó al menos 33 fallecidos, más de 100 heridos y destruyó más de 1.000 viviendas. También se han registrado derrames en los años 2015 y 2023. Más recientemente, el 22 de marzo se reportó la rotura del poliducto Sushufindi-Quito en el cantón El Chaco.

Estas crisis revelan una profunda negligencia estatal. La falta de mantenimiento, la improvisación, la corrupción y la ausencia de políticas preventivas por parte de varios gobiernos han dejado al país sin herramientas ni recursos adecuados para enfrentar emergencias de esta magnitud. Es urgente una política de Estado seria y responsable que priorice la gestión de riesgos y la protección de la vida y del ambiente.

Estas tragedias también son el resultado de una agresión sistemática a la naturaleza: la deforestación, la pérdida de cobertura vegetal y la expansión descontrolada de la frontera urbana y agropecuaria. La factura ecológica es alta. Además, la falta de prevención por parte de algunas familias, que construyen viviendas en zonas de alto riesgo como orillas de ríos y laderas, y la permisividad o desidia de las autoridades que lo permiten o no controlan, agravan la situación. Los COE, la Secretaría de Riesgos y otras entidades estatales parecen actuar solo cuando los desastres ya han ocurrido.

Si bien los Gobiernos Autónomos Descentralizados y las instituciones del Estado enfrentan limitaciones económicas y logísticas, tienen el deber ético y legal de garantizar una respuesta digna, oportuna y eficiente a las personas afectadas. La coyuntura electoral no puede ser excusa para la inacción ni justificación para manipular el sufrimiento con fines politiqueros o de lucro indebido.

A pesar de todo, se han levantado muchas manos solidarias. En Esmeraldas, personas voluntarias participan en la limpieza del crudo; en otras provincias, se han impulsado acciones de apoyo comunitario. Muchos ecuatorianos han respondido con generosidad. En este tiempo de Cuaresma y en el marco del año de Jubileo, “caminemos juntos como peregrinos de esperanza”. Que nuestra fe en el Señor y el amor al prójimo nos impulsen a enfrentar esta emergencia con responsabilidad, solidaridad 

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