Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión ecuatoriana Justicia
y Paz
carta No. 220 – 21 enero 2024
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Ecuador:
Inseguridad y ética cristiana
“Lo que hoy tengo
que hacer no es construir defensas para encontrarme que todos los que están más
allá de la defensa son mis enemigos... Tengo que trabajar para el que
posiblemente me ataque tenga que comer cuando se encuentre conmigo y yo tenga
algo que ofrecerle cuando me encuentre con él”.
Mons. Luis Alberto Luna
Tobar.
Los últimos
acontecimientos nos han aturdido y hasta paralizado por el miedo y la
incertidumbre. El Ecuador atraviesa un período trágico como consecuencia de
múltiples factores que han engendrado una realidad compleja y desoladora. ¿Cómo
dormir tranquilos, si parece que afuera todo se derrumba? ¿Cómo sostener la
esperanza cuando muchos tienen que escoger entre la violencia o el hambre?
En
ninguna guerra hay ganadores. Por un lado, hemos perdido la seguridad de salir
de casa; la tranquilidad para trabajar, sabiendo que podríamos no volver sanos
y salvos a nuestros hogares; la serenidad para relacionarnos con otros, pues,
emocionalmente alterados, tememos en cualquier momento ser extorsionados,
“vacunados” o agredidos. Pero, por otro lado, hay quienes han perdido el
sentido mismo de la vida, el sueño de mantener a los suyos honradamente; el
valor de la familia y el respeto a los demás y, sin rumbo cierto, han caído
presas de bandas dirigidas por mentes criminales, que los alientan u obligan a
cometer atrocidades a cambio de dinero, en un contexto en el que acceder a un
trabajo digno se ha vuelto un privilegio.
Nada
explica esta espiral de muerte y terror, pero como creyentes comprometidos, la
gravedad de la situación nos exige hacer una lectura más profunda y consciente
a la luz del Evangelio. Debemos volver la mirada a Jesús para encontrar el
camino que nos ayude a restablecer la calma y el equilibrio. Resulta desafiante
hacer prevalecer como criterio de discernimiento el “amarnos los unos a los
otros” cuando nos sentimos atacados y vulnerables, o marginados, descartados y
desechados. Prevalecen más los antagonismos y el temor en lugar de la unidad,
la confianza y la solidaridad.
Esta
crisis permite retornar al origen y razón de nuestra fe, para discernir si los
valores y principios que nos guían se rigen bajo una ética auténticamente
cristiana. Es absurdo creernos en estado de comunión desconociendo que, en el
cuerpo de Cristo, todos, sin excepción alguna, somos hermanos.
Frente a
la violencia y las desigualdades, la ética de Jesús nos desafía a enfrentar las
injusticias sistémicas abogando por un enfoque transformador que no busque una
caridad vertical, sino una reestructuración social donde podamos reconocernos
en el otro y dejemos de vernos como enemigos; donde volvamos a mirarnos unos a
otros como Dios nos mira. La promoción de la justicia y de una cultura de paz
únicamente puede partir del reconocimiento del otro y del restablecimiento de
sus derechos para que yo pueda exigir el restablecimiento de los míos.
Como nos menciona Francisco: “Necesitamos interrogarnos más
profundamente sobre el destino final de la vida, capaz de restaurar la dignidad
y significado al misterio de sus afectos más profundos y sagrados. La vida del
hombre, hermosa de maravillar y frágil de morir, va más allá de sí misma: somos
infinitamente más de lo que podemos hacer por nosotros mismos” (2018). Debemos
asumir cada uno de nosotros, desde nuestros roles y espacios, desde nuestra
cotidianidad familiar, laboral y social, la responsabilidad de afrontar los
desafíos actuales y trabajar arduamente para construir la Buena Nueva y
llevarla a los más vulnerables. Activar todas nuestras capacidades para que
renazca la esperanza y la solidaridad, buscar alternativas desde el Evangelio… solo
así podremos volver a abrazarnos, siendo solidarios y compasivos, especialmente
con los más débiles y frágiles de la sociedad. Recordemos que en sus rostros y
en su abrazo podemos encontrarlo: “Les aseguro que siempre que ustedes lo hicieron
con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25,40). • #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en
la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana
Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la
Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas
cartas.
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