Con
los ojos fijos en Él
en la
realidad y la fe
Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 188 –
11 junio 2023
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Entre el desastre, la pobreza y la
solidaridad
“Tú
conoces, Dios nuestro, todas las pérdidas tanto humanas como materiales que los
desastres dejan en nosotros, Tú sabes cuánto es que afectan estos en la vida de
los hombres, por eso te pedimos que nos ayudes a cuidar mejor de la Tierra que
nos regalaste, a ser más responsables con nuestro medio ambiente, pues se trata
de nuestra casa común. Así mismo, te pedimos que nos cuides y nos protejas
junto a todas nuestras familias”. Papa
Francisco, diciembre 2021.
En los últimos meses otros desastres han
sucedido, como el derrumbe de Alausí y los de las zonas subtropicales de
Bolívar, Carchi, Imbabura, Azuay, Cañar y Loja; los desbordamientos en Santa
Elena, Manabí, Guayas, Los Ríos y El Oro; las graves inundaciones en la Región
Amazónica por el exceso de lluvias.
La pérdida de vidas y de medios económicos como
vivienda, cultivos, muebles y enseres, además de las secuelas de enfermedades, desplazamiento
forzado de personas, destrucción de escuelas, vías y puentes y contaminación, han
dejado estos desastres. En esta
coyuntura notamos que los recursos de la Secretaría de Gestión Riesgos para el 2023
disminuyeron respecto al año anterior y la ayuda de los gobiernos locales y el nacional,
es limitada.
Las perspectivas inmediatas tampoco son
halagüeñas, se anuncia un fuerte fenómeno de El Niño, para el que no se conoce
un plan de riesgos, no se han asignado recursos económicos ni se han tomado
medidas preventivas.
En muchos de estos desastres tenemos gran
parte de culpa por destruir la naturaleza, los ecosistemas y los recursos naturales
que, junto al cambio climático global, inciden gravemente en estas tragedias,
pero también porque debido a la pobreza muchas familias se ‘asientan’ cerca de
las riberas de los ríos, en las laderas de montaña, en zonas de riesgo de
deslaves y contribuyen a la afectación porque no tienen servicios básicos,
incrementan los desechos, contaminan sus espacios, llenan de basura y plásticos
lo poco seguro que tienen.
Y como siempre, los más perjudicados por las
catástrofes son las más pobres, débiles y vulnerables, que habitan en sectores rurales
o barrios populares. Son las mismas
familias que sufren por la falta de trabajo, la pérdida de sus cosechas, sus
pequeños emprendimientos o negocios familiares.
Afortunadamente, en las emergencias
aparecen acciones de solidaridad con los afectados, de parte de personas,
instituciones y empresas privadas. Esta
es una fortaleza de nuestro pueblo que, prescindiendo de ideologías o de
cualquier otra consideración, es capaz de arrimar el hombro y compartir lo poco
o mucho que tiene. Ayuda humanitaria
efectiva y activa que se hace presente de inmediato.
Pero es necesario que estas acciones de
solidaridad se canalicen organizada y adecuadamente, para evitar casos de
corrupción de politiqueros o las ‘sapadas’ de falsos dirigentes que buscan
beneficios particulares en medio de estos desastres.
Es importante que para enfrentar los
posibles impactos y efectos del fenómeno del Niño se asignen los recursos
necesarios por parte del Gobierno, funcionen los comités de riesgo,
involucrando a las comunidades y organizaciones y se creen acciones
planificadas de solidaridad, para enfrentarlo oportuna y eficientemente. Es necesaria una gran minga nacional en la
que todos nos sintamos corresponsables y solidarios. Es fundamental una coordinación de los
sectores gubernamentales, una acción conjunta entre todas las autoridades, con
el apoyo de la iniciativa privada y la participación ciudadana.
En perspectiva de
preparación, también es importante la oración.
Que Dios, Padre y Madre, el buen Jesús y el Espíritu Santo nos ayuden a
enfrentar estas calamidades y a sobreponernos sin dejar de actuar de forma
comprometida en el cuidado de la naturaleza -la Casa Común- y en el ejercicio
de la solidaridad personal y comunitaria en favor de las personas que sufren. · #ComuniquemosEsperanza
"Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una
publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones
periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer
alternativas, a través de estas cartas.
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