Con los ojos fijos en Él
en la realidad y
la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 162– 11 de diciembre 2022
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Los Derechos
y Deberes son recíprocos
“Quisiera, en esta
ocasión, dirigir un firme llamamiento a quienes tienen responsabilidades
institucionales, pidiéndoles que sitúen los derechos humanos en el centro de
todas las políticas, incluidas las políticas de cooperación para el desarrollo,
incluso cuando eso signifique ir contra corriente”. Papa
Francisco, 10 diciembre 2018.
Paris (Francia), viernes 10 de diciembre de 1948, la
Asamblea General de las Naciones Unidas adopta la Declaración Universal de
Derechos Humanos como respuesta a los actos de barbarie ultrajantes para la
conciencia de la humanidad, cometidos durante la Segunda Guerra Mundial. El documento proclama los derechos
inalienables de todo ser humano, independientemente de su raza, color,
religión, sexo, idioma, opinión política o de otra índole, origen nacional o
social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Principios establecidos como un ideal común
para todos los pueblos y naciones del mundo.
Los Derechos Humanos son intransferibles, irrenunciables,
imprescriptibles, indivisibles, interdependientes e interconectados, y se
aplican a los ámbitos civiles, económicos, sociales, religiosos, culturales y
ambientales.
Es necesario subrayar el carácter universal y absoluto de los Derechos Humanos, pues no existe razón o justificación válida para negar el ejercicio de estos derechos a ninguna persona.
Se debe reconocer el valor de toda persona humana y que la afirmación de su dignidad son condiciones fundamentales para la convivencia social. No es posible vivir en una sociedad donde, a cualquier título, se nieguen los derechos básicos que son connaturales a la propia naturaleza humana.En la Declaración también se reconoce que “toda persona
tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede
desarrollar libre y plenamente su personalidad” (art. 29,1), por lo que, para
una vigencia efectiva de los derechos humanos, estos tienen que ser respetados
y ejercidos por todas las personas. De
aquí se deriva un axioma: el ejercicio del derecho que me corresponde tiene
consigo la obligación que cada uno respete y haga vigente y práctica ese mismo
derecho en todos los demás. De ahí que
no solo debemos exigir derechos sino también tenemos que cumplir deberes
ineludibles a nivel personal y colectivo.
A diario somos testigos, tanto de la vulneración y la
violación de los derechos como del incumplimiento de los deberes que tenemos
para con nuestros semejantes y de grandes grupos humanos, porque hay individuos
que incumplen sus deberes y buscan todas las estrategias posibles para evadir
sus responsabilidades, sin importar que esas “vivezas criollas” generan grandes
desequilibrios civiles, sociales, económicos, políticos, culturales y
ambientales. Mientras haya pobreza,
desigualdad, violencia, exclusión, discriminación, explotación, hambre,
miseria, desnutrición infantil, falta de servicios básicos, servicios de salud
deficientes, educación de mala calidad, corrupción, contaminación ambiental… se
vulneran los derechos de los más pobres y desprotegidos de la sociedad. En esas condiciones es imposible una vida
plena y con dignidad. Estas numerosas formas
de injusticia, alimentadas por un modelo económico basado en las ganancias
inhumanas, que no duda en explotar, descartar e incluso matar a las personas,
cosificándola y denigrándola sin límites, son realidades que ponen de
manifiesto la violación de sus derechos fundamentales.
Ante esta realidad, debemos cuestionarnos que, para que la
sociedad sea justa, solidaria y equitativa, es indispensable que todos, sin
excepción de ninguna clase, cumplamos los deberes y, al mismo tiempo, exijamos
los derechos… parte fundamental de la ética y responsabilidad social. Si solo demandamos derechos y desconocemos e
incumplimos nuestros deberes, atentamos directamente contra los demás. En el cumplimiento de los deberes está la
vigencia de los derechos de todos.
Para enfrentar y salir de la crisis integral en la que
estamos sumergidos, urge que personal y colectivamente cumplamos con los
deberes que son obligatorios, y reivindiquemos los derechos, caso contrario,
corremos el riesgo de colapsar, sin esperanza, incluso de supervivencia como
humanidad. • #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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