Imágenes


martes, 31 de mayo de 2016

EL GRAN SECRETO DE LOS PAPELES DE PANAMÁ

El mayor paraíso fiscal se llama Estados Unidos
  • Delaware, Dakota del Sur, Nevada o Alaska lideran la atracción de capitales foráneos con sus ventajas fiscales y el secretismo de compañías instrumentales sin identificar a sus propietarios
 
Reno, Nevada (David Paul Morris / Bloomberg)
FRANCESC PEIRÓN, Nueva York 
Los secretos del despacho Mossack Fonseca desvelan una gran trampa sin citarla. Silencio administrativo.
En once millones de documentos no figura ni un nombre sobresaliente procedente del país que acumula más fortunas y con más ganas de esquivar impuestos, según la tradición defendida por los republicanos y unas multinacionales que prefieren tener el capital en el extranjero antes que pagar tasas a su erario.
A los que están en el ojo no les ha cogido con el paso cambiado. No les ha sorprendido que, a partir del análisis de los papeles de Panamá realizado por el consorcio internacional de periodismo de investigación, no aparezcan implicaciones de políticos o millonarios estadounidenses.
“No han salido más que los asuntos vinculados a una firma de abogados, ahí fuera hay muchas más que hacen lo mismo”, responde en primera instancia Mark Hays, asesor senior de Global Witness, una entidad sin ánimo de lucro que lucha por la transparencia financiera.
Sólo es la punta del iceberg.
“Tenemos los papeles de Panamá, pero cualquier día podrían salir los de Nevada o Delaware”, añade. Que no son precisamente el Caribe.
“A menudo afirmamos –insiste Hays en conversación telefónica– que Estados Unidos es uno de los territorios en que más fácil resulta montar compañías instrumentales anónimas. Es tan fácil que muchos pueden dedicarse a este negocio. Hay tanta gente metida en esto que se hace complejo saber que está ocurriendo de verdad con el dinero”.
Esta es la clave. Ya no se precisa buscar paraísos fiscales en localizaciones tropicales, con cocoteros y nombres exóticos en el imaginario colectivo como islas Cayman, Virgin, Seychelles o Bahamas, países que se han vinculado a un juego relevante en los movimientos del patrimonio de los ricos por el planeta.
Uno de los hechos menos conocidos, y que la trama panameña ha ayudado a poner sobre el tapete como un daño colateral, es que la gran industria offshore –fuera de las costas– se halla, de facto, onshore, en el interior. De manera que los especialistas sostienen que Estados Unidos se ha convertido en una de los principales destinos offshore en tierra firme. Le llaman la nueva Suiza.
“Muchas de las jurisdicciones fuera de costas son menos atractivas para las familias internacionales que pretenden el secreto”, asegura la página web de la South Dakota Trust Company, una de las más activas en la captación de dinero, de donde sea.
“En consecuencia –prosigue–, la estabilidad de EE.UU., combinado con las leyes de fideicomiso o confianza pueden ofrecer más garantías que los servicios offshore basados en países menos poderosos”.
Antes del flujo exterior, Dakota del Sur, con la ciudad de Sioux Falls de centro operativo, había iniciado su boom en este sector, al eliminar los impuestos personales o corporativos y con estrictas regulaciones para proteger y acorazar los activos.
El estado de las praderas ha trepado a la cima de esta industria, más que sospechosa para no pocos expertos, en la que compite de forma intensa para la captación de cuentas con Nevada –Reno es el foco–, Delaware, Alaska o Nueva York. Estos son los nuevos puntos de interés, gracias a un conjunto de capacidades, entre las que se incluyen “las garantías del secreto, la minimización de impuestos, la gestión de los bienes y la provisión al cliente de que podrá acceder a sus cuentas en cualquier lugar del mundo”.
Así los resume el economista James Henry en un informe que redactó para Tax Justice Network, organización que también se dedica a combatir a los evasores. Este colectivo sitúa a Estados Unidos en tercer lugar a nivel mundial entre los paraísos fiscales, sólo por detrás de Suiza y Hong Kong y por delante de las islas Cayman y Luxemburgo.
El Boston Consulting Group estima en unos 800.000 millones de dólares el dinero foráneo atraído a territorio estadounidense, recoge el Financial Times, por los 2,7 billones de Suiza, y con previsión de crecimiento del 6% anual, más rápida que la de cualquier otro rival, salvo la citada ciudad China y Singapur.
Al contrario de la creencia popular, Estados Unidos emerge como atractivo paraíso fiscal porque no ha firmado las regulaciones globales que fuerzan a las compañías anónimas a desvelar los nombres de los verdaderos propietarios.
Comparado a los enclaves famosos, EE.UU. es más indulgente y seguro como escondite de dinero. En muchos estados, como Delaware, se puede registrar una sociedad instrumental, con testaferros al frente, sin ningún tipo de identificación y sin especificar al titular real de la misma. “En algunos lugares es más fácil registrar una compañía que hacerse con el carnet de la biblioteca”, confiesa el analista Joseph Spangler al The Washington Post.
“Que irónico, no, que perverso, que Estados Unidos, tan mojigato en la condena de los bancos suizos, se haya transformado en el banquero de la jurisdicción secreta”, escribe en un diario legal Peter Cotorceanu, abogado de Anaford AG, una sociedad de Zúrich. “¿Escuchas ese sonido succionador? Es el ruido del dinero que fluye rápido hacia allá”.
El gran sarcasmo, que dice Hays desde la tribuna de una organización en pie de guerra contra esas sociedades instrumentales sin dueño.
Que no haya americanos en los papeles de Panamá, precisa, se debe al celo del IRS (agencia tributaria), por perseguir a los evasores nacionales de puertas afuera y a la continúa exigencia de Washington de vigilancia sobre la huida al exterior.
“Estados Unidos presiona a otros países para que establezcan regulaciones –remarca Hays–, pero le responden que, en primer lugar, los estadounidenses deberían poner orden en su propia casa”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario