en la realidad y
la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 178 – 1 abril 2023
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Caminar junto al pueblo
Ablándate, madero, tronco abrupto de duro corazón y fibra inerte, doblégate a este peso y esta muerte que cuelga de tus ramas como un fruto. ¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto. De la Liturgia del Viernes Santo.
Con el Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa, celebración de la pasión, muerte y resurrección
de Jesús: LA PASCUA, el pasó de la muerte a la vida.
La llegada de
Jesús a Jerusalén es recibida por el pueblo con gran alegría y fervor. Es una entrada triunfal, tal como nos relatan
los Evangelios. Jesús la acepta porque
es la recepción al Mesías de Dios que viene a salvarnos. Pero tras esta entrada triunfal aparece ya
más clara y cercana la Cruz. Jesús sabe
que el camino para llegar a la gloria es doloroso y difícil. Lo dirá en su oración en el huerto de los Olivos:
¿mi alma está angustiada y que voy a decir? ¿Padre líbrame de esta hora? No.
Sino que no se haga mi voluntad sino la tuya. Jesús lo acepta porque sabe que va a entregar
su vida a la muerte para que nosotros tengamos vida (Jn 10, 10).
Cada día hay gente
subiendo a un millón de calvarios y lo doloroso que es el camino de la cruz, lo
sabemos nosotros, porque lo recorremos continua y cotidianamente en estos
tiempos en que somos golpeados por la crisis social, económica y política, la
corrupción a todo nivel, la violencia, la pobreza, el desempleo, los desastres
causados últimamente por los sismos y el invierno torrencial. Con semejante panorama, caemos en el
pesimismo, los lamentos, nos dejamos ganar del miedo y de la inoperancia.
Jesús padeció una
muerte ignominiosa como nadie, ni nunca alguien la soportó. Así destruyó el pecado del mundo y después se
incorporó glorioso, resucitando e iniciando una vida nueva y mejor, y despierte
en nosotros el deseo sincero de optar por el Reino.
La Semana Santa es
la ocasión propicia para considerar que nuestra vida se desenvuelve en torno al
sacrificio, el amor y la entrega generosa y solidaria en busca del bien común y
que esta vez orientada por la campaña MUNERA, estamos llamados a ir en ayuda de
nuestros hermanos afectados por el sismo, el invierno y el deslave en Alausí.
Comenzando por la
Cuaresma toda nuestra piedad nos ha presentado el sacrificio como el medio de
reparación por todo lo que hemos hecho mal o no lo hemos hecho bien. El Jueves
Santo es el día de la oración por excelencia. Estamos invitados a orar con Jesús que ora
por nosotros, ora con nosotros y al mismo tiempo es a Él a quien dirigimos
nuestra oración (San Agustín) de adoración, acción de gracias y suplica. El Viernes
Santo, día de duelo por la muerte de Jesús, aflora más nuestra
conciencia de culpabilidad, llamándonos al arrepentimiento y al cambio de
vida. El Sábado
Santo, después de acompañar a María en su soledad, el alegre repicar
de las campanas anuncian la Resurrección, y el Domingo nos llena la alegría de la PASCUA del SEÑOR y NUESTRA PASCUA que la celebramos colmados
de júbilo.
En nuestras cartas
anteriores hemos recogido el dolor y el clamor de todos los ecuatorianos ante
los dolorosos momentos que hemos vivido, pero al mismo tiempo les hemos invitado
a no perder la ESPERANZA de días mejores.
El Señor es
bondadoso y rico en misericordia. El
camina junto con su pueblo. El vendrá en
nuestra ayuda y nos salvará porque el Señor ama a su pueblo y nosotros somos el
Pueblo de su Corazón. Así como Jesús,
que murió y resucitó, también el pueblo de Dios encontrará las estrategias para
vencer las cruces de la vida.
Que esta Semana Santa nos una a todos y cada uno, en la
penitencia, la oración y la solidaridad y ayude “a ser mejores cristianos y
honrados ciudadanos”. · #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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