Con los ojos fijos en Él
en la realidad y
la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 149– 11 de septiembre 2022
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La Constitución
construye futuro
“Los bienes de la creación
se ofrecen a todos y cada uno en proporción a sus necesidades, para que nadie
acumule lo superfluo ni le falte lo necesario.
Por el contrario, cuando la posesión egoísta llena los corazones, las
relaciones y las estructuras políticas y sociales, entonces se envenena la
esencia de la democracia. Y se convierte
en una democracia formal, no real” Papa Francisco, 2022.
La Carta Magna,
firmada por el rey inglés Juan sin Tierra (1215), es un precedente de las
constituciones modernas. La pequeña
república de San Marino tiene su Constitución desde 1600. En Hispanoamérica la primera Constitución Republicana
fue la del Socorro en la provincia de Santander (Virreinato de la Nueva
Granada) en 1810, tiene apenas 14 artículos, por lo que fue una de las más
cortas del mundo.
Desde 1830, luego
de la separación de la Gran Colombia, Ecuador ha tenido veinte textos
constitucionales. El cambio de Constituciones
ha sido vertiginoso, respondiendo a intereses de grupo de quienes al manejar el
poder lo capitalizaron en una norma constitucional. La carta magna no respondía a un sano
criterio de gobernabilidad sino de politiquería, donde no había una ¨técnica
legislativa¨ en la redacción, y lo que es peor, se utilizaban términos ambiguos
o equívocos que llevaban a interpretaciones manipuladas. De allí que la Constitución, paulatinamente,
ha ido perdiendo fuerza y vitalidad en la vida democrática del país.
Por principio, la
Constitución –norma suprema de la sociedad nacional– debe ser el canon para
cumplir en lo político, económico, judicial, social, ambiental, cultural, pues recoge
el ethos, los valores, creencias y principios que aglutinan a la
población, la cohesionan y la proyectan a la conquista del futuro. Pero en la práctica es la gran desconocida de
la ciudadanía y la más ultrajada por los politiqueros de turno: la invocan
cuando les conviene y la ignoran cuando les perjudica. La mayoría de las veces es letra muerta y
fruto de acuerdos individuales o de pequeñas élites que no legislan
conscientemente… ha sido violada y prostituida desde que somos república de las
más variadas y curiosas formas.
Pese a ser la “Carta
Magna”, la norma que contiene “el sendero” a seguir para construir un país
inclusivo, justo, solidario, equitativo… regularmente está archivada o es ignorada,
olvidada, usada, deslegitimada, abusada, violentada.
Este maltrato
indigno a la Constitución, por quienes más la deberían respetar y practicar, ha
minado la institucionalidad, al punto de debilitarla y dejarla casi sin
sustento ni legitimidad. Estamos en
terapia intensiva. Todas las
instituciones están bajo sospecha y gozan de la desconfianza ciudadana.
La confianza es
básica y fundamental en el andamiaje del Ecuador, para ello necesitamos contar
con más democracia, que recupere la institucionalidad de un modo o de otro, que
garantice los derechos y que exija responsabilidades a su pueblo sin
excepciones de ninguna clase, que cree y facilite iguales oportunidades para
todos, que ofrezca y promueva una educación de calidad, que brinde un sistema
de salud eficiente, que proteja la naturaleza y el ambiente, que implante una
economía con rostro humano, que destierre la corrupción e implemente la
honradez como norma de vida, que la ética, los valores y el servicio se
conviertan en la brújula que guie la cotidianidad nacional.
La Constitución política del Ecuador tiene que salir a las
calles y caminos para alumbrar el país con potentes faros que indiquen, sin
ningún titubeo, el sendero a seguir con el único fin de encontrar, con visión
de futuro y de manera conjunta, los objetivos concretos que permitan elaborar
un proyecto en que todos, especialmente los más pobres y vulnerables, tengamos
los medios y las herramientas para romper las taras de la injusticia,
violencia, desempleo, corrupción, falta de servicios básicos… y alcanzar una
nueva sociedad. Caminar juntos con la
Constitución por delante es una tarea que nos espera y que es ineludible para
que construyamos un futuro de justicia y paz. · #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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