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jueves, 25 de octubre de 2018

carta No.15 - Ecuador: Un Balance Económico Necesario


Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe

carta No. 15
octubre 2018
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Un año y seis meses de gobierno, es un tiempo prudencial para hacer un balance del gobierno del Presidente Lenin Moreno.  La situación actual nos permite ver que los indicadores económicos y sociales no dan muestras de avance ni de la configuración de un nuevo modelo de desarrollo y, más bien, daría la impresión que estamos volviendo a un pasado que rechazamos y que queremos cambiarlo.
El Ecuador presenta factores preocupantes en diversos aspectos de la economía.  Es así que se mantiene la tendencia a un desmedido endeudamiento que si bien satisface situaciones emergentes no constituye una solución a mediano y largo plazo y, por el contrario, parece complicar el futuro ya que el déficit fiscal no disminuye.  No se ha recurrido a nuevas emisiones de bonos, pero se sigue incrementando el endeudamiento externo por el valor de 1.137 millones, con Goldman Sachs, BID (Banco Interamericano de Desarrollo) y CAF (Banco de Desarrollo de América Latina).
Mucho se habló de la necesidad de recortar el gasto público, pero hasta aquí no ha existido el resultado que se esperaba y más bien encontramos que pese a los anuncios oficiales el desempleo es creciente a pesar de la disponibilidad de talentos humanos preparados: jóvenes profesionales que egresan de las universidades o que retornan al país con títulos de cuarto nivel no encuentran opciones ocupacionales ni incentivos para convertirse en emprendedores.  Esta situación se refleja en los Indicadores sociales, como el desempleo y sub-empleo que se han visto endurecidos, en desmedro del empleo pleno el cual, a junio de 2018, registró una disminución de alrededor de 161 mil plazas de trabajo.
Se debe tomar en cuenta que ciertos datos afectan a la situación económica, como es el denominado “riesgo país”, que ha subido en los últimos meses haciendo más negativa nuestra imagen ante los inversionistas nacionales y extranjeros, lo que se refleja en que la inversión externa es sensiblemente menor a la que registran Perú y Colombia, ya que los capitales prefieren espacios en los cuales niveles de rentabilidad están garantizados.  Capitales nacionales se han ido a países vecinos lo que se traduce en una peligrosa desinversión, más aún cuando la producción nacional no es competitiva y gran parte del empresariado nacional prefiere depender de las ventajas que proporciona el Estado, sin comprometerse con mejoramiento de la economía nacional y al desarrollo social.
Este panorama se ve agravado por la corrupción que ha sido denunciada hasta el escándalo pero que sigue sin la sanción que ameritaría para superarla.  Además la administración de la justicia es otro elemento sustantivo en la pérdida de confianza en la administración pública.
En un esfuerzo por encontrar las causas de esta situación, podemos señalar que una de las más importantes es la falta de claridad de un modelo económico que pueda orientar al gobierno y a la sociedad en general.  Hoy se esboza una cierta vuelta a un Estado más o menos liberal de épocas anteriores.  En contraposición con la década pasada en la cual se propuso acogernos a la inversión pública, que funcionaba por la gran disponibilidad de recursos económicos producto de los altos precios del petróleo, de las remesas de los migrantes y de un agresivo crecimiento de los impuestos.  La situación hizo que nuestros administradores se tentaran por el despilfarro y cayeran en la más delirante corrupción.
La aprobación de la “Ley de Fomento productivo, atracción de la inversión, generación de empleo y estabilización fiscal”, no parece una solución adecuada y menos en el corto plazo.  Sus beneficiarios directos son los empresarios sin que exista por parte de ellos un firme compromiso en la generación de empleo y el incremento de la inversión y en lugar de ello encontramos nuevas exigencias de mejores condiciones para incrementar sus ganancias.
La Comisión Ecuatoriana Justicia y Paz considera que es responsabilidad del gobierno, pero también de la sociedad en general, la búsqueda de soluciones que causen la menor afectación a los sectores populares y que provoquen el desarrollo social y económico caracterizado por la equidad y por la práctica de valores humanos y sociales.  Es así que como alternativa proponemos la renegociación de los incentivos de la Ley de Fomento Productivo, estableciendo límites e indicadores para medir los efectos sociales que a cambio deben ofrecer quienes se están beneficiando de esta Ley.
Preguntamos ¿por qué los empresarios inversionistas no sacrifican algo de sus aspiraciones a favor de las mayorías sociales?  Al final esto los va beneficiar en el futuro cuando al propiciar las mejoras económicas de las mayorías, el mercado para sus productos o servicios se amplíe y en consecuencia no serán perjudicadas sus ganancias.  Esto debería ser una obligación para los empresarios cristianos que, conjuntamente con los trabajadores, deberían encontrar soluciones, como por ejemplo, la revisión del modelo de constitución de empresas de economía mixta, frente al cual nos preguntarnos… ¿por qué no están funcionando según se había previsto?
La Economía Popular y Solidaria (EPS) es una opción que debe ser impulsada luego de reconfigurar las estructuras institucionales que hoy pretenden gobernarla y que en lugar de ser factores impulsores más bien han sido factores restrictivos al desarrollo del sector.  La propuesta de economía popular y solidaria, cuyo esquema ya ha sido probado en el Ecuador con beneficios sustantivos en cuanto a incremento en la producción, por una parte y generación de empleo por otra, pero sobre todo en un ambiente de comunidad y respeto a la cultura y dignidad de las personas, como el caso de “Salinas” de Guaranda.
El fortalecimiento de la EPS requiere que el Estado destine una mayor cantidad de recursos a la capacitación y formación profesional de los directivos, técnicos y administradores involucrados, valiéndose de la colaboración y de la preciosa experiencia acumulada y demostrada por varias ONG y fundaciones, que a lo largo de los años han pensado y promovido la EPS.  Además es fundamental la reducción sustancial de la tasa de interés de los créditos a los cuales acceden los actores de la EPS.
Otra de las alternativas es la formación de empresas dentro del marco de las PYMEs (pequeñas y medianas empresas), con capital abierto, que den la posibilidad a pequeños inversionistas de inmiscuirse en la gestión y ser parte de la empresa, aquello favorecería la inversión nacional y de capitales pequeños, pero que aunados podrían ser un verdadero motor de la economía.
Las recientes declaraciones presidenciales y el importante anuncio de incremento de recursos para la economía popular y los emprendimientos por medio de préstamos blandos y en condiciones aceptables puede contribuir a incentivar emprendimientos que ayuden a mejorar, con estabilidad y justicia, la economía de las grandes masas poblacionales del Ecuador.
Coordinación: María Herrera y Miguel Andrade - Redactor: Andrés León
Observatorio Político

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.


sábado, 1 de septiembre de 2018

Carta abierta de adhesión al Papa Francisco


“las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”
Mt 16,18
Querido Papa Francisco:
Quienes suscribimos esta carta somos ciudadanos del Ecuador, país al que diste prueba de tu afecto al visitarlo hace dos años.  Durante tu estancia en nuestro país, sentimos la trascendencia de tu magisterio y la bondad de tu corazón, que a todos los seres humanos considera y ama por igual y, al mismo tiempo, fuimos testigos de tu justificada predilección por los pobres y necesitados.  Nos anunciaste entonces que “el mejor vino está por venir”, y quedamos contentos.  Y llenamos calles y plazas, para oír tu mensaje, en Quito, Guayaquil, el Quinche, la Universidad Católica…
Y quedamos soñando con la inspiración espiritual que nos dieron tus palabras de sabiduría y bondad, con las que describiste un mundo mejor en el que los más pequeños, los refugiados, los migrantes, los que poco y nada significan para las sociedades materialistas, puedan tener una vida más humana, justa y solidaria.
Tus palabras de trascendencia espiritual y de humana justicia no han sido comprendidas por todos y se han puesto de manifiesto en críticas tan injustas como desmedidas.  Pero nada de eso modifica el valor y la importancia de la prédica evangélica que, reconociendo las imperfecciones del ser humano, siempre se ha orientado a propiciar un mundo de fraternidad y justicia.
Las falencias propias de la naturaleza humana nos afectan a todos y son tanto más graves cuando sus protagonistas son aquellos precisamente llamados a dar ejemplo de rectitud, y sus víctimas los indefensos.  Tú has tenido el coraje de pedir perdón a la humanidad por los delitos cometidos por algunos miembros del sacerdocio, cuya censurable conducta, sin embargo, no puede ser utilizada para responsabilizar y condenar a la Iglesia ni menos aún, para caracterizarla.  Estamos seguros, Papa Francisco, que seguirás tomando las medidas más apropiadas para afrontar y resolver este grave problema.
Querido Francisco: somos cristianos de diversas Iglesias, denominaciones y doctrinas, algunos incluso no practicamos ningún credo religioso, pero todos observamos indignados los intentos de quienes quieren acallar tu voz profética y tu mensaje de fraternidad, sin percatarse de que sus insensatas generalizaciones afectan la autoridad moral de una institución que ha desafiado las tormentas de la historia para representar, desde siempre, el referente al que vuelve sus ojos la humanidad para guiar sus pasos por el mundo terrenal, con los ojos puestos en la eternidad: la Iglesia Católica.
Quedamos pues, como siempre nos pides, en oración y acción diaria para acompañar tu pontificado hacia una Iglesia solidaria y abierta para todos.

jueves, 9 de agosto de 2018

El pueblo organizado, protagonista de la nueva sociedad

Leonardo Boff*

El Papa Francisco además de ser un líder religioso emerge también como uno de los mayores líderes geopolíticos actuales. Él tiene posición. No reproduce un discurso equilibrado, propio de los pontífices pasados. Por el hecho de estar claramente de un lado, el de los pobres, el de las víctimas y el de la vida amenazada, anuncia y denuncia. Denuncia un sistema que idolatra el dinero y se hace asesino de los pobres y depredador de la naturaleza. Se entiende: es el sistema y la cultura del capital. Tenemos que oír sus palabras porque son las de alguien que tiene conciencia de los peligros que pesan sobre toda la humanidad y la naturaleza.
No se limita a la denuncia. Anuncia como se vio indudablemente el 9 de julio de 2015 con ocasión de su visita a Bolivia. Allí tuvo lugar el II Encuentro Mundial de los Movimientos Sociales en Santa Cruz de la Sierra. Llamó a los representantes de los movimientos, que sienten en la propia piel las heridas de la explotación, para discutir con ellos las causas de sus padecimientos. Ninguno de los papas anteriores tuvo esa audacia.
Muchos representantes brasileños acudieron allí. El discurso es un verdadero guión para las luchas encaminadas hacia un nuevo tipo de civilización, ya que la nuestra está en creciente erosión y no posee internamente los medios de solución a los problemas amenazadores que ella ha creado para sí y para nuestro futuro. El discurso tiene dos partes. En la primera establece las metas fundamentales que deben abarcar a todos. Son las famosas tres TTierra para vivir y trabajar en ella; Trabajo para garantizar el sustento de las personas; Techo para albergar a las personas porque no son animales dejados al relente.
La segunda parte es programática y supone un desafío. Habla a los representantes de los movimientos sociales. Resumiendo sus palabras afirma: no esperen nada de arriba, de los gestores del sistema vigente, pues siempre traen más de lo mismo que perpetúa y profundiza la miseria. Sean ustedes mismos los protagonistas de un nuevo estilo de sociedad, con una nueva forma de producción orgánica, sintonizada con la naturaleza; con una distribución justa de los beneficios y con un consumo sobrio; sean los profetas de lo nuevo fundado en la justicia social y la solidaridad. Y da tres consejos: hagan que la economía sirva a la vida y no al mercado; promuevan la justicia social, base para la paz duradera; y cuiden a la Madre Tierra sin la cual ningún proyecto es posible.
Estas orientaciones del Papa Francisco nos iluminan en medio de la tormenta de nuestra pluricrisis actual. El legado de esta crisis será seguramente otro tipo de sociedad brasileña, donde las decenas de movimientos sociales de hombres y de mujeres poseerán un protagonismo determinante.
Será un nuevo tipo de ciudadanía que regenerará Brasil. Sólo los ciudadanos activos pueden fundar una sociedad democrático-participativa, socioecológica, como sistema abierto y siempre perfectible. Por eso, el diálogo, la participación, la vivencia de la corrección ética y la búsqueda de transparencia constituyen sus virtudes mayores.
Fundamentalmente podemos decir: hay en Brasil dos proyectos antagónicos que se disputan la hegemonía: el proyecto de los adinerados, antiguos y nuevos, articulados con las corporaciones transnacionales que quieren un Brasil con una población menor de la que realmente es. Ese Brasil, así creen ellos, podría ser gestionado en su beneficio sin mayores preocupaciones. Los restantes millones que se aguanten pues siempre han tenido que acostumbrarse a vivir y a sobrevivir en necesidad.
El otro proyecto quiere construir un Brasil para todos, democrático, pujante, soberano, activo y altivo frente a las presiones de los poderosos externos e internos, que quieren recolonizar Brasil y hacerlo un mero exportador de commodities.
Los dos golpes que hemos conocido en la fase republicana, el de 1964 y el de 2016, fueron tramados y ejecutados en función de la voracidad de los adinerados que no poseen un proyecto de nación, sino sólo para sí, como una forma de garantizar sus privilegios.
Los que dieron el golpe en 2016 se embarcaron en ese proyecto contra el pueblo. Ellos en realidad no tienen nada que ofrecer a los millones de brasileños que están al margen del desarrollo humano, a no ser más empobrecimiento y discriminación.
Esta oligarquía de ricos, sin embargo, no es portadora de esperanza y, por eso, está condenada a vivir bajo el miedo permanente a que, un día, esta situación pueda revertirse y pierdan sus privilegios.
Esta es nuestra esperanza: que el futuro acabe perteneciendo a los humillados y ofendidos de nuestra historia que, un día ―y ese día llegará― heredarán las bondades que la Madre Tierra reservó para todos. Alegres, se sentarán juntos a la mesa, en la gran comensalidad de los libertos, gozando de los frutos de su resistencia, de su indignación y de su valor para cambiar. Entonces comenzará una nueva historia de Brasil, de la que hombres y mujeres habrán sido los principales protagonistas y de la cual nos podremos honrar.
*Leonardo Boff es teólogo y filósofo y ha escrito Brasil: concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018.
Traducción de Mª José Gavito Milano

lunes, 30 de julio de 2018

carta No.14 - del circulo vicioso al Círculo Virtuoso del Desarrollo


Con los ojos fijos en El 
en la realidad y la fe

carta No. 14
julio 2018
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del Circulo Vicioso al Círculo Virtuoso del Desarrollo

El país no puede pasar del subdesarrollo político, social, económico, ambiental a un proceso sostenido de desarrollo integral, entendido éste no sólo como crecimiento económico sino como la articulación de los cuatro ámbitos que constituyen el régimen de desarrollo, consagrados en art. 275 de la Constitución de la República.  Y es que en cada uno de esos ámbitos el país se mueve en círculos viciosos sin encontrar salidas que posibiliten cambios verdaderamente transformacionales.  Veamos un par de evidencias que demuestran lo indicado.

En el ámbito político-institucional se constata la débil democracia en la que buscamos apoyar las aspiraciones del pueblo ecuatoriano.  La debilidad institucional ha provocado la mayor de las inestabilidades: llegamos a contar cuatro decenas de ministerios y otras tantas instituciones que lo único que han hecho es facilitar el ejercicio generalizado de la corrupción.  Hay una abundancia de leyes que nadie las respeta y otras tantas que cambian con mucha frecuencia, de acuerdo con los caprichos (o los intereses) de quienes están actuando como administradores de los procesos afectados.

En lo económico productivo, las inversiones, sobre todo del sector privado, son muy limitadas, la inestabilidad político-institucional genera inseguridades y no se quiere correr riesgos.  Aún se requiere inversión pública de apoyo a la producción, particularmente en el sector rural.  Alto costo de materias primas, dificultades para acceder a créditos productivos y para la comercialización, poco apoyo a la apertura de mercados, deficiencias de carácter tecnológico y otros tantos factores restrictivos imposibilitan mejores rendimientos productivos y se generan niveles muy bajos de rentabilidad.

Los tejidos sociales, a todo nivel, se han debilitado: gremios de los sectores productivos que no generan ideas de cambio porque no son escuchados, organizaciones sociales que han dejado de ser proactivas y que se desempeñan en el marco de enfoques clientelares, desinterés de los actores económicamente activos por mejorar sus niveles de conocimientos y por desarrollar propuestas creativas.

Nuestra casa, la naturaleza, se está cayendo a pedazos porque no la cuidamos.  Son múltiples los factores que provocan esta destrucción: tala indiscriminada de bosques, uso sin control de químicos para la producción del campo, ausencia de obras de protección de los recursos naturales, actividades extractivistas que sólo se orientan a la generación de ingresos de quienes, desde el extranjero, aportan capitales para este tipo de actividades no sustentables.

Las indicadas son una muy pequeña muestra de evidencias de los factores restrictivos que no nos permiten salir del subdesarrollo.

Si todos los ecuatorianos nos proponemos recuperar la práctica de los valores como el compromiso, la confianza en nosotros mismo y en quienes nos rodean, la solidaridad, el respeto a las leyes y, sobre todo, a nuestros congéneres, la transparencia como antídoto a la corrupción, entre los más importantes, podremos romper los círculos viciosos y desempeñarnos en el ámbito de círculos virtuosos sostenibles.  Nuestro horizonte debe ir más allá de los períodos de gobierno, sólo entonces podremos fortalecer nuestras organizaciones sociales, nuestras instituciones, nuestros procesos educativos y aquellos formativos, nuestra fe en la democracia verdadera.

Habiendo sido abandonado por tanto tiempo nuestro sector rural, es preciso dar cierto énfasis a la construcción y consolidación de los círculos virtuosos impulsando, por ejemplo: el fortalecimiento de las organizaciones comunitarias y de los gremios de la producción, implementando modelos de gestión empresarial, promoviendo la asociatividad para el desarrollo de economías de escala, incorporando verdaderas prácticas de innovación a todo nivel, fortaleciendo las entidades de apoyo a la producción del campo como el Iniap, ampliando los niveles de conocimiento de los actores campesinos, impulsando verdaderos procesos que garanticen la soberanía y seguridad alimentarias, desarrollando creativas alternativas que permitan el acceso a los mercados, especialmente, de los pequeños productores rurales (algún rato se habló de implementar los puertos secos), simplificando los procesos de compras públicas, impulsando mecanismos que posibiliten el ahorro y la inversión, entre otras tantas opciones.

En cualquier caso, el reto está planteado para todos, para productores, para organizaciones, para agentes facilitadores del desarrollo, para la instituciones públicas, para profesionales, para las mismas familias ecuatorianas… creemos que si se puede.

Coordinación Miguel Andrade – Redactor: Francisco Carrasco
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.


miércoles, 25 de julio de 2018

El desafío actual:contra el Estado pos-democrático rescatar la democracia

Leonardo Boff*

No son pocos los analistas sociales y juristas del más alto nivel que denuncian la actual situación política de Brasil como la instauración de un Estado de excepción. El golpe parlamentario, jurídico y mediático de 2016 permitió que los golpistas pasasen por encima de la Constitución, modificasen las leyes laborales a favor de los patrones, engañasen al país con un techo de gastos en salud y educación, impidiendo que se cree un Estado de Bienestar Social.
La justicia ha dejado de ser imparcial e, incluso en los niveles más altos, se muestra parcial contra el PT y la figura carismática de Lula. Lo que el juez federal de primera instancia Sergio Moro hace es la aplicación descarada del lawfare y no esconde el ánimo persecutorio contra el expresidente, condenándolo sin pruebas materiales irrefutables. Por eso es considerado un prisionero político.
Es importante observar que este tipo de política obedece a una amplia estrategia pensada a partir de los intereses del imperio con los aliados internos de nuestro país. Brasil es decisivo en términos de geopolítica y de bienes y servicios naturales abundantes, capaz de garantizar la base física y química que sustenta el sistema de vida y el sistema-Tierra, ya en alto grado de erosión.
El golpe fue dado bajo la égida del más riguroso neoliberalismo y de la voracidad del capital especulativo de cariz capitalista que domina la política en el mundo entero.
Es sabido que el orden capitalista, por su individualismo y la furia de acumulación nunca se ha llevado bien con la democracia. Si la democracia más que el derecho de votar, implica buscar la igualdad de todos los ciudadanos con referencia a las leyes, los derechos básicos, la justicia social y las garantías fundamentales, debemos decir que es más un señuelo que una realidad. La democracia moderna se construyó como representativa de toda la sociedad. En realidad, en general representó los intereses de los poderosos y subrepresentó los del pueblo trabajador o pobre.
Los datos de varias entidades serias nos indican que cerca de ocho mil multimillonarios controlan gran parte de la economía mundial, dejando a millones y millones de personas en la pobreza y el hambre. Como la lógica capitalista es la competencia y no la solidaridad, entra en una era de barbarie y de gran inhumanidad.
Este tipo de capitalismo necesita de democracias de bajísima intensidad, con un Estado sometido al mercado, con la menor participación popular posible. La estrategia de los países capitalistas apunta a recolonizar América Latina y Brasil, condenados a ser meros exportadores de commodities (alimentos, minerales y otros).
El golpe de 2016 se dio con ese propósito, en sí antipatriótico, antipopular y profundamente injusto, en beneficio de los ricos y herederos de la Casa Grande. Este golpe liquidó el Estado democrático de derecho. Guardó las apariencias y las instituciones, pero no funcionan como prevé la Constitución o funcionan sin imparcialidad.
Se inauguró el “pos-Estado democrático”, categoría usada por Rubens Casara, juez de derecho del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro y profesor universitario, con notable capacidad teórica para pensar el desastre de la democracia brasileña y la ideología subyacente. En la actualidad rige, en efecto, un estado de excepción, a la moda del jurista alemán Carl Schmitt (1888-1985) que justificaba el régimen de Hitler, pues para él el criterio del político reside en la definición del enemigo a ser satanizado y destruido (cf. El concepto de lo político, Voces 1992, 51-53). Por encima de todas las leyes está el “Führer” o el “Duce”, que siempre tienen razón.
La consecuencia se lee en el sub-título del libro: “neo-oscurantismo y gestión de los indeseables”. Es decir, se mantiene la farsa democrática y se castiga a los más pobres, pues son indeseables al sistema de acumulación y de consumo.
El desafío actual consiste en rescatar la democracia mínima (no aquella “sin fin” de Boaventura de Souza Santos o como “valor universal” de Norberto Bobbio, ni la democracia “socio-ecológica” de Zaffaroni y mía) sino simplemente la pura y simple democracia, expresada en el Estado Democrático de Derecho. Debemos repudiar al Estado posdemocrático como excrecencia de la democracia y otro nombre para el régimen de excepción.
*Leonardo Boff escribió: Brasil: concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018.
Traducción de Mª José Gavito Milano