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domingo, 20 de abril de 2025

carta No. 285: Un Profeta en nuestra Amazonía

  

 

Con los ojos fijos en Él

en la realidad y la fe

Comisión ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 285– 20 de abril 2025
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Un Profeta en nuestra Amazonía

“La Iglesia necesita que todos seamos profetas, hombres de esperanza, siempre directos y nunca débiles, capaces de decir al pueblo palabras fuertes cuando hay que decirlas y de llorar juntos si es necesario” Papa Francisco, 27 de abril de 2018.

 

“Grito y lanzo al viento esta proclama para que se escuche, se piense y se entre por el camino de la resistencia en defensa de los territorios, la lengua, la organización y el desarrollo de los modos de vida de los pueblos indígenas” P. José Miguel Goldáraz, La Selva Rota. 

Nuestro corazón siente pena y, al mismo tiempo, expresa acción de gracias al Señor. Nuestro hermano José Miguel Goldáraz, misionero capuchino, ha partido a la casa del Padre, la mansión definitiva; pero su espíritu permanece en la selva, en el río Napo y en las comunidades, junto a la gente que tanto amó y con todos aquellos con quienes compartió su vida, su trabajo y sus enseñanzas.

José Miguel vivió 53 años en el Vicariato de Aguarico —llegó en 1972—. Fue un misionero que vino a quedarse para siempre. Se enamoró de los pueblos amazónicos, aprendió la lengua kichwa y se convirtió en uno más de ellos. Su corazón navarro-vasco, tozudo y sensible, frágil y decidido al mismo tiempo, perteneció desde hace muchos años a los pueblos kichwa (Naporuna) y waorani, con quienes convivió, a quienes acompañó, comprendió como pocos y defendió sin dudar.

José Miguel —Achakaspi, “Palo de Acha”, como lo llamaban los kichwas— hizo de su vida misionera un ejercicio de resistencia activa e integral frente a los procesos de destrucción que ha sufrido la selva ecuatoriana durante los últimos 50 años. Fue testimonio vivo de fidelidad al Reino de Dios. Se entregó sin reservas, saboreó intensamente la maravilla del Evangelio y la compartió con un pueblo humilde y sencillo, caminando siempre tras las huellas del Señor Jesús, de Mons. Alejandro Labaka, de la Hna. Inés Arango y de tantos otros misioneros, religiosos y laicos que han entregado su vida por estos pueblos.

En julio de 1987, cuando Alejandro Labaka e Inés Arango fueron asesinados en su entrega martirial, José Miguel fue el único que se atrevió a descender desde el helicóptero militar hasta la casa tagaeri donde habían muerto, para extraer las lanzas y rescatar sus cuerpos. Ese acto refleja quién era José Miguel. Esa experiencia marcó su vida para siempre.

Fue un luchador incansable, un discípulo persistente del Señor que enfrentó las formas penúltimas de esclavitud impuestas por los antiguos hacendados caucheros en los años setenta, y un activista contra la invasión y los abusos de algunas compañías petroleras y otros violadores de derechos.

Impulsó la organización de las comunidades kichwas del río Napo, origen de la FCUNAE, que defiende territorio, lengua, cultura y selva. Gracias a su empeño, se legalizaron la mayoría de los territorios ancestrales Naporuna. Su corazón no tuvo fronteras: en su misión cabían todos los pueblos amazónicos, indígenas y campesinos, incluidos los pueblos en aislamiento voluntario.

Si los profetas anuncian la verdad, denuncian la injusticia y guían al Pueblo de Dios desde el Evangelio, José Miguel fue sin duda uno de ellos. Como lo fueron también Leonidas Proaño, Luis Alberto Luna, Alejandro Labaka, Inés Arango, Hélder Câmara y san Óscar Romero: rostros proféticos de nuestra América Latina.

José Miguel Goldáraz, misionero, profeta de mochila al hombro, con su eterna txapela, caminante de la selva y navegante de los ríos, quiso construir junto a los pueblos indígenas una “tierra sin mal”, que no es otra cosa que el Reino de Dios: Reino de vida, verdad, paz, justicia, solidaridad, inclusión y fraternidad. Por ese Reino actuó, luchó y vibró. Apostó toda su vida y se atrevió a “ser otro” porque amó apasionadamente al pueblo que Dios le confió.

Desde la Comisión Ecuatoriana de Justicia y Paz elevamos nuestra oración de acción de gracias a Dios, Padre y Madre, por la vida fecunda de José Miguel. Damos gracias por su resurrección con el Señor de la Vida, para que siga caminando junto al Vicariato Apostólico de Aguarico, la Orden Capuchina, las misiones y el pueblo de nuestra Amazonía.  #ComuniquemosEsperanza

 

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.

 

 

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