Con los ojos fijos en Él
en la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 283– 6 de abril 2025
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“Votemos por el Ecuador que queremos”
“La representación es lo contrario de la democracia. La democracia está fundada sobre la idea de una competencia igual de todos. La representación es un principio oligárquico. Nuestro sistema electoral es un compromiso histórico entre poder oligárquico y poder de todos. Los tipos de elección y las circunstancias inclinan más o menos la balanza entre los dos” Ranciére, 2016.
El tiempo actual está marcado, no solo en nuestro país sino en el mundo, por el debilitamiento de la democracia, la pérdida del Estado de Derecho y la tendencia hacia gobiernos autoritarios. Las elecciones se han convertido en disputas basadas en el odio al otro, donde impera la necropolítica.
Ecuador
enfrenta una crisis múltiple: económica, con la caída del PIB y la falta de una
reactivación productiva que genere empleo; social, con la inseguridad y la
violencia que provocan una fuga migratoria masiva; y política, con la
polarización y la ingobernabilidad. En lugar de responder a la pregunta que
verdaderamente interesa a los ciudadanos —¿cómo salir de las crisis? —, los
candidatos buscan ganar votos apelando al rechazo hacia el otro aspirante. La
democracia se vacía de su contenido material: la participación ciudadana con
capacidad de decisión se ve desplazada hacia un proceso de control de la
población.
Estamos
ante el riesgo de un Estado dominado por la seguridad policial o por el
narcotráfico y el capital criminal. Los candidatos usan las instituciones
públicas para sus campañas: el candidato-presidente el Ejecutivo, el correísmo
el Legislativo, y la Fiscalía actúa como actor electoral. Persisten las ofertas
populistas para comprar votos.
Ecuador
parece ausente del mundo. Las propuestas son cortoplacistas. A nivel global,
atravesamos cambios profundos y civilizatorios: guerras, un nuevo orden
tripolar, y las transformaciones de la cuarta revolución
científico-tecnológica. Sin embargo, los programas electorales no plantean el
papel que debería asumir nuestro país. Pareciera que todo se reduce al miedo al
fracaso, a invocar la inversión extranjera (aún insuficiente) y a recurrir a
las fuerzas militares y mercenarias para garantizar la seguridad.
Surgen
entonces las preguntas claves: ¿cómo decidir el voto con responsabilidad? ¿Cómo
ejercer un voto crítico en medio de esta realidad caótica?
El
primer paso es salir del escenario de polarización y necropolítica, para que el
voto no sea por odio al otro —un voto anti—, sino un voto en el que el respaldo
a uno u otro candidato implique asumir la responsabilidad sobre el futuro del
país.
Se
requiere cambiar la relación electoral. En lugar de esperar las ofertas de los
candidatos y decidir entre ataques, contrapropaganda y fake news,
debemos partir de una agenda propia, de preguntas sobre los problemas
fundamentales del país, sobre las necesidades de la gente, sobre la vida digna,
la armonía con la naturaleza, el empleo y la salud. Incluso el voto nulo debe
asumirse con responsabilidad, no como un rechazo impotente, sino como un
camino.
Debemos
construir, en comunidad, un voto informado, identificando los intereses
económicos detrás de cada candidatura. De un lado, el emporio Noboa, que
sostiene un modelo neoliberal subordinado a Estados Unidos; del otro, el
correísmo, que busca consolidar grupos económicos emergentes mediante el
control estatal y el alineamiento con los BRICS. Ambos proyectos podrían
sostener vínculos con mafias, promover el extractivismo y formas de
autoritarismo.
Es
necesario mirar más allá del 13 de abril y pensar en un proyecto de país a
mediano y largo plazo, impulsando un gran Acuerdo Nacional y políticas de
Estado por encima de intereses coyunturales. Esto exige una voz desde abajo,
libre de los juegos del poder, iluminada por el mensaje de amor, paz y justicia
del Evangelio. #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la realidad y la
fe" es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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