Con los ojos fijos en
Él
en
la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 157– 6 de noviembre 2022
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Petróleo
y corrupción: ¿Hay Solución?
“La corrupción es un mal más grande que el pecado. Más que perdonado, este mal debe ser
curado. La corrupción se ha convertido
en algo natural, hasta el punto de llegar a constituir un estado personal y
social relacionado con la costumbre, una práctica habitual en las transacciones
comerciales y financieras, en los contratos públicos, en toda negociación que
implique agentes del Estado. […] Sin
embargo, el Señor no se cansa de llamar a
la
puerta de los corruptos. La corrupción
nada puede contra la esperanza” (Francisco,
2014).
Estos
días aparecen nuevos escándalos relacionados con el principal recurso de
exportación del Ecuador: el petróleo. La
abrupta salida del ministro de Energía y Recursos Naturales no Renovables,
Xavier Vera, se produce en medio de acusaciones de venta de cargos, cohecho y
uso indebido de un carné de discapacidad. Las acciones de allanamiento de sus viviendas
y del propio despacho ministerial hicieron insostenible su permanencia en el
cargo. Inmediatamente se posesionó Fernando
Santos Alvite, ligado al sector energético y a gobiernos neoliberales, quien ha
reconocido que Petroecuador “ha llegado a un nivel inconmensurable de
corrupción”. No hay esperanzas de que su
gestión sea beneficiosa para el país, ya que gran parte de su trayectoria ha
estado ligada a empresas privadas extranjeras.
Otro
escándalo grande se reactivó en Estados Unidos, con el inicio de un juicio por
blanqueo de capitales relacionado con las coimas por la venta de petróleo a
China. En este proceso está involucrado
Nielsen Arias, actualmente en EEUU, quien durante varios años fue gerente de
Comercio Internacional de Petroecuador en los gobiernos de Correa y Moreno, se
revelan y confirman irregularidades por miles de millones de dólares. Tampoco
podemos olvidar los casos de corrupción ligados a las empresas brasileras
Odebrecht y Petrobras.
Aunque
desde los años 70, Ecuador ha centrado su atención en la extracción petrolera
como sustento para un supuesto desarrollo nacional, pareciera que la corrupción
ha afectado siempre a la empresa nacional de petróleos, desde su inicio cuando
era el consorcio CEPE-Texaco y posteriormente en los diversos avatares que han
sufrido Petroecuador y Petroamazonas. No
podemos olvidar los negociados en los contratos con empresas privadas de
servicios, en los ya mencionados acuerdos de preventa de crudo y en las
inversiones de infraestructura como los oleoductos, el mantenimiento y
potenciación de las refinerías, siendo muy grandes los valores perdidos por corrupción
en la refinería de Esmeraldas y en la fallida construcción de la nueva
refinería en el Aromo. Representando el
petróleo casi la mitad de los ingresos del Estado, los intentos de su
privatización agravan el problema, ya que privan al Estado de recursos que
potencialmente pueden invertirse en desarrollo social. Algunos estudios señalan que los costos de la
corrupción petrolera, durante los últimos 15 años, han alcanzado valores entre
los 30 mil y 60 mil millones de dólares.
El
petróleo es el más importante de los recursos que, de acuerdo con la
Constitución y las leyes, pertenece a todo el pueblo ecuatoriano, sin embargo,
muchas personas que ocuparon cargos importantes lo consideraron un botín y una
oportunidad para enriquecerse a través de la corrupción.
¿Es
posible liberar a este recurso de las garras de los corruptos? ¿Hay esperanza, hay solución o estamos
condenados a repetir de forma constante ese círculo vicioso?
Soluciones mágicas no existen,
pero podemos esbozar algunas pistas: A nivel político: desterrar la
politiquería, los amarres y los compromisos adquiridos que maniatan a los
gobiernos cuando llegan al poder; rechazar las presiones que vienen desde
distintos intereses transnacionales que pretenden hacer negocios con el Ecuador
aprovechando el entreguismo de varios funcionarios y autoridades nacionales. Buscar
nuevos técnicos nacionales jóvenes que quieran servir al país y no caer en las
redes actuales comprometidas con la corrupción, así como desechar de forma
definitiva a aquellas personas que tienen nexos con el pasado nefasto que ahora
lamentamos. A nivel económico: corregir
o suprimir aquellos mecanismos que generan posibilidades para la corrupción en
varios niveles de la estatal petrolera.
A nivel social: generar conciencia sobre la correcta administración de
recursos para todos basada siempre en la verdad, la transparencia y la
justicia. · #ComuniquemosEsperanza
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