Con los ojos fijos en
Él
en
la realidad y la fe
Comisión
ecuatoriana Justicia y Paz
carta No. 106 – 14 de noviembre
2021
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Gobernabilidad: ¿quedar bien con todos?
Desde 1978,
año en que empezó el último período democrático, la realidad ecuatoriana ha
vivido muchos eventos que nos muestra un país, a momentos, “ingobernable”. En
estos últimos cuarenta y tres años hemos cambiado la Constitución tres veces y
hemos tenido al menos 18 presidentes, algunos con horas en el gobierno, otros
días, algunos por meses y pocos por años.
Con los dedos de una mano contamos los gobernantes que fueron elegidos y
gozaron con el respaldo de los gobernados hasta culminar su mandato.
A la
gobernabilidad se la entiende como “la buena relación entre gobernantes y
gobernados” y se la asocia a: Gobierno, Gobernanza, Democracia y
Ciudadanos. Esta relación involucra al
Estado, los partidos políticos, los movimientos sociales, sindicatos,
organizaciones gremiales, barriales, etc. y supone factores como economía,
medioambiente, salud, educación, seguridad...
Muchas veces se
considera que la gobernabilidad depende únicamente del gobierno central o
seccional y deja de lado a los actores sociales, políticos, económicos,
culturales y hasta éticos, por lo que las relaciones se deterioran rápidamente. Incluso se piensa que la gobernabilidad está solo en el ámbito político, y ahí
es donde la gobernabilidad se desdibuja y deteriora, porque la política, tal
como se practica en Ecuador, es una lucha sin cuartel por el poder, en la que
aparecen: corrupción, impunidad, populismo, autoritarismo, demagogia,
violencia, como muestras de la parcialidad con que los gobernantes y los
gobernados reaccionan y no piensan en el bien común.
Es por esto que los
gobiernos de turno han tenido que acordar, negociar, asociarse, imponerse o
someterse… a los diferentes grupos de poder político o económico para lograr
gobernabilidad, legitimidad y reconocimiento, con el fin de alcanzar cierta
estabilidad, dejando de lado la solución de los verdaderos problemas del país.
Las elecciones
de gobernantes, tanto a nivel nacional como local, generalmente han dejado al
país dividido y contrapuesto. Los gobernantes de turno consideran que tienen la
razón en oposición a los gobernados y esto genera inmediatamente la
ingobernabilidad. La posibilidad del
encuentro se ve lejana, sin horizonte, no porque no exista, sino porque está
nublada de escándalos, corrupción, impunidad, violencia, inseguridad,
narcotráfico, denuncias, revancha, amenazas de marchas, muerte cruzada,
etc… A veces se percibe un país a la
deriva, sin rumbo cierto.
El gobierno de G.
Lasso ganó aceptación con el proceso de vacunación del covid 19, pero
pierde con la presentación de proyectos de ley que afectan algunos derechos de
las mayorías; habla de inversión extranjera, pero el presidente reconoce que
tenía fondos en paraísos fiscales; en la COP26 ofreció ampliar la zona de
resguardo de las Islas Galápagos, pero está en planes la explotación petrolera
y minera; instala un radar de extrema utilidad, pero por falta de resguardo,
permite su destrucción; militariza las ciudades pero la violencia no cesa y en
las cárceles menos; ofrece transparentar sus cuentas en la Asamblea pero no va;
abre las puertas a un diálogo con dirigentes indígenas y sociales, pero
posterga la solución a los problemas…
Parecería que su
círculo político, el más cercano y que asesora la toma de decisiones, está
desconectado con el país, de sus problemas y necesidades, y tiene aparentemente
su propia y privada agenda. La oposición política, enquistada en la Asamblea,
está a la expectativa de cualquier error del ejecutivo para armar un
espectáculo que impide agendar una propuesta seria ante la grave crisis en el
país.
La gobernabilidad es imposible si
no se reorientan los planes, las acciones y las políticas públicas hacia la
población más necesitada. El gobierno, por haber sido elegido democráticamente,
tiene la obligación de gobernar y trabajar por el bien de todos y dando ejemplo
de integridad ética. Los ciudadanos también tenemos responsabilidades y
obligaciones desde lo personal, desde la casa, desde lo local y societario, con
el compromiso de vivir con valores positivos y comunitarios, siendo buenos
ciudadanos, respetando y defendiendo al otro y a las leyes, construyendo un
país justo, democrático, participativo e incluyente. · #ComuniquemosEsperanza
Con los ojos fijos en El, en la
realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz,
resultado de reuniones periódicas de los miembros de la Comisión para analizar,
reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
Pienso que la Gobernabilidad, debería ser un estado en donde tanto el Gobierno como los ciudadanos puedan cooperar juntos, para luchar por un bienestar general de todo el país. No ejerciendo el poder de la presidencia con tiranía, sino con sabiduría, para seguir prosperando y no ser una nación sin rumbo.
ResponderEliminarPienso que la Gobernabilidad, debería ser un estado en donde tanto el Gobierno como los ciudadanos puedan cooperar juntos, para luchar por un bienestar general de todo el país. No ejerciendo el poder de la presidencia con tiranía, sino con sabiduría, para seguir prosperando y no ser una nación sin rumbo.
ResponderEliminarSeria mejor gobernar de una manera donde todo sea equitativo, no solo entre los políticos, sino una relación equitativa de gobernantes - gobernados sin dejar a nadie atrás, a ningún grupo social, un verdadero gobernante es que que ayuda a todos sin que se suba el poder a la cabeza y vea todo como suyo.
ResponderEliminarCreo que la verdadera gobernabilidad se trata de ser un país unido sin excluir a ningún grupo social, no elegir ningún grupo político ni regirse a sus mandatos sino que el gobernante junto con su gente puedan estar de acuerdo en cada decisión que se tome respecto a cada situación del país.
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