Con los ojos fijos en El
en la realidad y la fe
en la realidad y la fe
carta No. 12
mayo 2018
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Ante una Nueva y Diferente Guerra
Si hay una pregunta que circula en la actualidad
es aquella de ¿por qué la frontera norte del Ecuador es una zona
vulnerable? Esa pregunta se complementa
con otra ¿están nuestras Fuerzas Amadas en capacidad de enfrentar aquella
vulnerabilidad?
Para responderlas tenemos que hacer un recuento de
lo que ha pasado en los meses y años anteriores. Ya un Presidente ecuatoriano dijo que el
Ecuador no limitaba al norte con Colombia sino con las FARC. El tiempo le ha dado razón. La frontera norte limita ahora con una zona
que fue entregada por el estado vecino a los llamados ‘disidentes’. Es decir a aquellos que no recibieron los
privilegios de un acuerdo de paz que dejó a muchos en condiciones precarias
ante lo cual –como se advirtió a tiempo– se dedicarían a lo único para lo cual
estaban preparados: el narcotráfico.
La frontera, entonces, tiene un enemigo ahora
vinculado a las grandes mafias internacionales.
Guerrilleros, o mejor dicho terroristas que actúan con violencia, con
crueldad, como dice el dicho popular, ‘sin Dios ni ley’.
En paralelo con lo que sucedía en Colombia, en el
Ecuador se debilitó a las Fuerzas Armadas afectando a la disciplina interna con
decretos demagógicos; limitando sus recursos humanos y materiales; adquiriendo
aviones, helicópteros y radares de la peor calidad en razón de negocios no muy
transparentes. Y la lista podía seguir y
por ahí saldría también el caso de la Base de Manta y otros elementos que nos
permiten llegar a la respuesta: las Fuerzas Armadas ecuatorianas no están equipadas
ni preparadas para enfrentar una guerra distinta, ya que no es la guerra
aquella del heroísmo humano, del hombre contra hombre, ni siquiera de la
tecnología a distancia.
Estamos ante una guerra de guerrillas, de miedo,
de delito, de secuestro y asesinato de inocentes. Una nueva versión de la guerra en la cual no
se respetan protocolos ni la presencia de organismos de socorro como la Cruz
Roja, como si se lo hacía en las últimas conflagraciones mundiales. No olvidemos la triste experiencia norteamericana
en Viet Nam y el estrepitoso fracaso de su poderoso ejército.
Y lo que agrava la situación es la herencia del
gobierno anterior en ministros con compromisos ideológicos, sin preparación
para las carteras que están ocupando y con una cúpula militar que “no tienen la
calidad de liderazgo necesarias” en palabras de un especialista que las analiza
y conoce a fondo.
Ante esta situación, esta Comisión hace un llamado
a la unidad nacional, al compromiso ciudadano y gubernamental de corregir
errores, al costo que sea y para mantenernos firmes ante la maldad importada
desde el espacio vecino que no representa al hermano pueblo de Colombia sino a
la criminal organización del terrorismo y sus compromisos con el narcotráfico
internacional.
Esta unidad férrea, este convencimiento de que no
podemos someternos a los intereses de la droga y su negocio, será la mejor
forma rendir homenaje a los tres, a los siete, a los nueve, a todas las
víctimas de secuestros y muerte.
Para ello, como lo ha manifestado la Conferencia
Episcopal: “Tengamos presente que es obligación de todos velar para que no se
pierda la tranquilidad y el bienestar de la ciudadanía, que se consolide en
términos de amor, justicia, equidad y solidaridad. Les invitamos a no desfallecer en la oración
por la paz de nuestro país y de todos.”
Con los ojos fijos en El,
en la realidad y la fe es una publicación de la
Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política
y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para
analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.
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