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miércoles, 7 de febrero de 2018

carta No. 8 - La protección de los menores, derecho irrenunciable de los Padres


Con los ojos fijos en El 
en la realidad y la fe

carta No.8
febrero 2018

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La protección de los menores,
Derecho Irrenunciable de los Padres

Las frías estadísticas, publicadas en la prensa[1] revelan datos conmovedores en relación a la familia en el Ecuador, según la Fiscalía “entre el 2015 y el 30 de septiembre de 2017 hubieron 94.864 casos de delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes”, de ellos 919 se cometieron en el sistema educativo.  Y otros muchos de estos abusos sexuales se dan al interior de las familias, y los actores, frecuentemente son familiares de las víctimas.

Con mucha frecuencia, las conductas de los agresores son resultado de patologías provocadas por abusos sufridos en la infancia, prepotencia, afán de dominio, perversión, alcoholismo y consumo de estupefacientes, entre otros, que terminan en violencia sexual e irrespeto a la dignidad de las víctimas.

Frente a esta terrible realidad, el gran desafío es involucrar a toda la sociedad: Iglesia, autoridades, organizaciones y ciudadanía en general.  Todos corremos el riesgo de pecar por omisión frente a este terrible crimen y acuciante situación que destruye la vida del ser humano-imagen de Dios, y que es más grave aun cuando las víctimas son seres indefensos.

Miramos, además, que otra causa que origina estos hechos y que bien podría ser la más importante es la crisis y destrucción de la familia.  San Juan Pablo II, en la Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, nos invita a que “fieles a la enseñanza de Cristo miremos la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras”.

Sombras que cubren a buena parte de las familias, las que, envueltas en un frenético y despersonalizado ritmo de vida, sufren un creciente individualismo en sus miembros.  Las relaciones familiares se han empobrecido por la pérdida del horizonte de su naturaleza y función, y se han convertido simplemente en proveedores económicos.  Padres desinteresados y sin autoridad que han delegado su función educativa que debe ser impartida con diálogo y amor, a las instituciones educativas.  Padres que, por su rigidez, en su momento, seles tuvo miedo y que ahora ellos tienen miedo a sus hijos por sus exigencias….  Padres ausentes e indiferentes al empoderamiento de sus deberes y derechos.

Por supuesto hay otros factores que influyen fuertemente en nuestra sociedad, como la difícil situación económica, la que junto a elementos culturales lleva a los padres a cada vez más excesivas y extenuantes jornadas de trabajo.  La tecnología imperante, aunque con ventajas, es absorbente y totalizante; el debilitamiento de la fe y las prácticas religiosas, dando como resultado un número cada vez mayor de familias rotas o disfuncionales y en las que fácilmente se destruyen con violencia… todas son caldo de cultivo para fomentar nuevas formas de agresividad social.

Otra información de prensa alarmante[2] hace referencia a una corriente de pensamiento en sectores gubernamentales de la conveniencia de poner a libre disposición de los adolescentes cinco tipos de anticonceptivos.  Frente al gravísimo problema de creciente índice de embarazos precoces sobre todo de adolescentes, estas personas, seguramente piensan que la solución  es simplemente facilitarles medios anticonceptivos.  Esta información debe ponernos en alerta para afirmar la función original e insustituible que tiene la familia en la educación integral de sus hijos, razón por la que “los padres tienen una particular responsabilidad en la esfera de la educación sexual”.  Es de fundamental importancia, para un crecimiento armónico, que los hijos aprendan de modo ordenado y progresivo el significado de la sexualidad y aprendan a apreciar los valores humanos y morales a ella asociados”, según el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 243).  Los padres tienen la obligación de verificar la educación sexual que van recibiendo sus hijos ya en las instituciones educativas, en los medios de comunicación social, como también en las cada vez más influyentes redes sociales.

Adicionalmente, advertimos con tristeza, que un número significativo de padres y madres de familia, no se atreven a dialogar con claridad y franqueza con sus hijos e hijas sobre la sexualidad y los temas relacionados.  Al respecto, es importante un cambio de mentalidad, nadie como los padres y madres para cumplir esta tarea, y si el problema está en que los padres no se sienten preparados para cumplir esta tarea, las parroquias, las escuelas y colegios, comités barriales y de condominio, deben crear espacios de diálogo y de preparación de calidad para que puedan hacerlo con criterios humanos y cristianos.

Estas reflexiones sobre la situación de la familia, que se encuentra debilitada y a momentos amenazada y atacada por algunos actores sociales, nos conducen a exhortar a nuestra Iglesia, Pueblo de Dios, laicos y jerarquía, a asumir con valentía estos nuevos retos de la sociedad y el mundo, para acoger y promover la defensa de los niños, niñas y adolescentes, vulnerados en sus derechos a una vida sana y feliz.  A mantener una postura recta, firme y exigente con las autoridades civiles, para que la legislación respete el derecho irrenunciable de los padres de familia a la educación de sus hijos.

El papa Francisco, fiel a su deber de Pastor, hace un llamado a proteger y custodiar a la niñez y adolescencia y “un cero tolerancia” para todos aquellos que no lo hagan.  Que la Iglesia dé ejemplo y sea protagonista en esta cruzada humanista y humanitaria.

Necesitamos y queremos una Iglesia de puertas abiertas, donde con la motivación y animación de los clérigos, los laicos, con una preparación adecuada y con voluntad de servicio, trabajen con las familias.  Pues “el amor vivido en las familias es una fuerza constante para la vida de la Iglesia”, señala el Papa Francisco en la Exhortación apostólica Amoris Laetitia (El amor en la familia) No. 88.

Por lo que consideramos que las parroquias, los movimientos, las instituciones educativas católicas deben intensificar acciones concretas para ayudar a que la familia sea el mejor lugar de crecimiento en el amor.

Creemos que esta es una tarea prioritaria para la comunidad cristiana, la Exhortación Amoris Laetitia, en el No. 85 señala que “la Iglesia está llamada a colaborar, con una acción pastoral adecuada, para que los propios padres puedan cumplir con su misión educativa”, sosteniendo que “las familias cristianas son los principales sujetos de la pastoral familiar” a la que hay que alentarla prontamente.


Coordinador: Fernando Mora  -  Relatora: Martha Mora
Observatorio Eclesial

Con los ojos fijos en El, en la realidad y la fe es una publicación de la Comisión ecuatoriana Justicia y Paz, resultado de los Observatorios de Política y Eclesial, que reúnen periódicamente a los miembros de la Comisión para analizar, reflexionar y proponer alternativas, a través de estas cartas.




[1]  El Telégrafo (31/12/2017),
[2]  El Comercio (09/01/2018)

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